España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . Colegiata, su Palacio de Velarde, y el ambiente singularque respira, parece toda ella en su aspecto, espectro vivo de laspoblaciones de la Edad Media, juzgando á cada paso aberracio-nes peregrinas los tranquilos vecinos que con sus trajes á la mo- rector de las obras de restauración de la Catedral leonesa ha bajado al sepulcro,el día 27 de Enero del año actual de 1892, habiendo sido nombrado para reem-plazarle en aquella gloriosa pero difícil empresa nuestro querido hermano D. Ra-miro, á quien ahora corresponderá el intento de restaur


España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . Colegiata, su Palacio de Velarde, y el ambiente singularque respira, parece toda ella en su aspecto, espectro vivo de laspoblaciones de la Edad Media, juzgando á cada paso aberracio-nes peregrinas los tranquilos vecinos que con sus trajes á la mo- rector de las obras de restauración de la Catedral leonesa ha bajado al sepulcro,el día 27 de Enero del año actual de 1892, habiendo sido nombrado para reem-plazarle en aquella gloriosa pero difícil empresa nuestro querido hermano D. Ra-miro, á quien ahora corresponderá el intento de restaurar \a Colegiata de Santillana.(i) Escalante (D. Agabio), loQO cit. SANTANDER 7I3 derna asoman á las puertas para examinarnos, ó discurren ensilencio por las calles. Santillana pues, debe ser considerada comosepulcro donde duermen las memorias de grandeza de aquellaedad, y con ellas la gigantesca figura del egregio Marqués, queaquí llaman de los Proverbios^ y en quien se personifica unaépoca entera de nuestra cultura literaria. 90 CAPÍTULO XX. De Santillana á San Vicente de la Barquera.—Recuer-dos del Marqués de Santillana y de don Pedro Cal-derón de la Barca. — Comillas. — San Vicente de laBarquera. — Sus memorias. RUZANDO la histórica villa, en cuyos vetus-tos edificios tantos recuerdos duermende los tiempos pasados, y en cuyas calles si-nuosas, tantas memorias quedan de todo gé-nero,—el camino sigue al NO., y á poco seencarama por la pendiente joroba de un mon-te que sale al paso, como para advertir, sinduda, que nos hallamos en terreno propio dela Montaña, todo accidentes y fatigas; y aunque los ojos y elespíritu permanecen como deslumhrados por la imagen de la fa-mosa Colegiata^ y por el encanto de sus maravillas, — á travésde aquella especie de fascinación invencible y melancólica, vuel-ve á dibujarse en medio del panorama que se desarrolla al co-rrer de la góndola por la carretera, la figura gentil, arrogante yobstinada del Marqu


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