La Mujer . a eterno. —Porque lo sea, —murmuró élla mirán-;_dolo intensamente. Pasaron algunos instantes, y á la luz deJas centellas, veíase un bulto elevándose —Parece imposible que quepa en la mu-jer tanto escarnio! —Me hubiese entregado á tu enemigomortal y hubiese sido su querida, 03^endode sus labios todo lo que podía ultrajarte. Brilló la hoja de un puñal y el héroe li-bertador rugió como la tormenta. La atrajocon sus hercúleas manos y Tránsito, tem-blorosos los labios, añadió: — Oye: esta noche iban á dar el asalto álus trincheras. Só.o se espera la voz delgeneral Gómez para llevarlo á c


La Mujer . a eterno. —Porque lo sea, —murmuró élla mirán-;_dolo intensamente. Pasaron algunos instantes, y á la luz deJas centellas, veíase un bulto elevándose —Parece imposible que quepa en la mu-jer tanto escarnio! —Me hubiese entregado á tu enemigomortal y hubiese sido su querida, 03^endode sus labios todo lo que podía ultrajarte. Brilló la hoja de un puñal y el héroe li-bertador rugió como la tormenta. La atrajocon sus hercúleas manos y Tránsito, tem-blorosos los labios, añadió: — Oye: esta noche iban á dar el asalto álus trincheras. Só.o se espera la voz delgeneral Gómez para llevarlo á cabo; peroServando Gómez duerme y no despertaráhasta mañ.ana, porque, sin que me viese,derramé en el vaso en que bebió un narcó-tico. Mira, mis vestidos no sólo están em-papados por el agua que cae á También hay sangre en mis ¡El centinela que podía estorbarvuestra retirada hacia la ciudad ha muerto!Corre, reúne tu legión y escapa por allí. por la empinada loma donde estaban lossitiados. El legendario vió que aquel bulto on-deaba hacia él un pañuelo Se acercaron y se reconocieron. /^ijosé! />< ^ ¡Tú! ¡Infame! —Si hubiera delinquido te diría: «Matay micuerpo y deja el alma que viva que estoda tuya». —Tú, que me abandonaste! —Cuando ya no esperabas sino la muerte,acorralado, perdido, sin esperanzas de sal-vación.í que en el Salto te esperan nuevas fuer-zas. El legendario comprende al ñn la subli-me acción de aquella mujer, y trocando su•*t)dio por amor, la atrae á sí diciéndolar— ¡Bendita sea<^! Vamos.—Si, yo te serviré de guía. Vamos. Poco después la legión sitiada baja p<rla pendiente, marcha por la orilla de unbosque y oculta por una zanja logra eva- ALBUM-RIÍVISTA «L \ MUJER»


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