La Mujer . tascoronadas, y pensaba casarse con nn comer-ciante que poseía una máquina maravillosa,qneen una hora, sin ingrediente alguno,, alhajas de oro purísimo y ricas piedras. III Soberbia ella, y suspirando el paje. Regaroná_ un lago tan azul, que parecía que el cielodiáfano había bajado á recostarse en la tierra. Estaba la princesa sudorosa y cansada, áconsecuencia del largo paseo y del sol, y anteel lago diáfano sintió deseos de bañarse lospies sonrosados y diminutos. Puesto qne el lago parecía el cielo mismo, bien podía liiiiiieílecer on sns (jiidas aquellospiececitos,


La Mujer . tascoronadas, y pensaba casarse con nn comer-ciante que poseía una máquina maravillosa,qneen una hora, sin ingrediente alguno,, alhajas de oro purísimo y ricas piedras. III Soberbia ella, y suspirando el paje. Regaroná_ un lago tan azul, que parecía que el cielodiáfano había bajado á recostarse en la tierra. Estaba la princesa sudorosa y cansada, áconsecuencia del largo paseo y del sol, y anteel lago diáfano sintió deseos de bañarse lospies sonrosados y diminutos. Puesto qne el lago parecía el cielo mismo, bien podía liiiiiieílecer on sns (jiidas aquellospiececitos, (|ii(! valían más de dos *ero la presencia del ])aje la detuvo. No podía enviarlo á palacio, porque al verlehegar solo, toda la corte se hnbiera estremecido. lii poco lejos divisó nn gran bloque negronniy brillante, y entonces dijo al paje: —\oy á bañarme en estas ondas que son lasmás bellas del mundo, ^^scondéos detrás deaquel pcdriisco negro y cuidad si viene —8e hará vuestro deseo — exclamó el pajeretirándose. IV ¡Oh qué liorrible desesperación la del mu-chacho detrás de aquel muro tenebroso! Llegaba hasta sus oídos el ruido del aguaagitada por aquellos pies que el pobre amabatanto; aquellos pies que podían ver los pájarosy las mariposas que pasaran volando. ¡Oh qué tentación de sacar la cabeza fueradel pedrusco! Pero era un honrado servidory se contentaba con lanzar gemidos tristísi-rtios y lastimeras palabras, hasta que lleno dedolor comenzó á llorar con lágrimas de infini-ta amargura. El gran bloque negro llegó á color intenso se tornó en gris de penum-bra, y luego, abriendo la roca sus entrañas ála luz, quedó más transparente que un brillan-te y más diáfano que el lago mismo. Él paje, temiendo que la noche con sus som-bras borrara de sus retinas la imagen preciosade aquellos dos pies desnudos, cerró los ojosV (¡uedó muerto. ^ Fué por misericordia de una honda penaamorosa por


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