La Mujer . onomía ale-gre y simpática con nubes de melancolía. Sus manos de marfil recorrían el tecladohaciendo producir notas sublimes. De los palcos, plateas, cazuela, —de todaspartes.—le daban pruebas de simpatía y ad-miración, cuando sonaron algunas risasmal comprimidas y notóse gestos de burlaen algunas damas y de curiosidad en al-gunos hombres. —Será?.. .—decían en un palco, mientrasque de todas partes le clavaban los ante-ojos y crecían los murmullos. Sm embargo, él no se turbaba y esperabaimpasible que aquella tormenta pasarapara continuar. —No puede ser!—exclamaron en el mismopalco. -


La Mujer . onomía ale-gre y simpática con nubes de melancolía. Sus manos de marfil recorrían el tecladohaciendo producir notas sublimes. De los palcos, plateas, cazuela, —de todaspartes.—le daban pruebas de simpatía y ad-miración, cuando sonaron algunas risasmal comprimidas y notóse gestos de burlaen algunas damas y de curiosidad en al-gunos hombres. —Será?.. .—decían en un palco, mientrasque de todas partes le clavaban los ante-ojos y crecían los murmullos. Sm embargo, él no se turbaba y esperabaimpasible que aquella tormenta pasarapara continuar. —No puede ser!—exclamaron en el mismopalco. -De qué se trata?—preguntó un señorfrancés que recién entraba.—De algo originalísimo.—Esplíquese. —Vé usted á ese joven pianista?...—Y bien? Lo veo y lo conozco —Pues fue á parar al hotel Frascatti,que es donde yo vivo. Como no había unsolo aposento desocupado, me pidieronpermiso para que durmiera en el mío pro-visionalmente. Yo no tuve inconveniente.


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