La Mujer . e le parezca. —¿Entonces?... —No seas borrico — dijo Lucía. — Padrequería que madrugases; si no madrugasno me abrazas. Apolinar soltó un relincho estrepitoso;un relincho de salud, de amor, de fortale-za y de ventura. —¿Sabéis lo que soñé esta noche?—dijoel tío Juan.— Pues que yo era el PadreEterno y ésta mi cordera era la España,y yo se la daba á una gente nueva, reciénvení, no sé de aónde, con la barriga llena, los ojos relucientes, con callos en las ma-nos y el azaón al Uñ alarido triunfal hendió como dardosonoro el aire azul de aquella serena ma-ñana del estío. El sol,


La Mujer . e le parezca. —¿Entonces?... —No seas borrico — dijo Lucía. — Padrequería que madrugases; si no madrugasno me abrazas. Apolinar soltó un relincho estrepitoso;un relincho de salud, de amor, de fortale-za y de ventura. —¿Sabéis lo que soñé esta noche?—dijoel tío Juan.— Pues que yo era el PadreEterno y ésta mi cordera era la España,y yo se la daba á una gente nueva, reciénvení, no sé de aónde, con la barriga llena, los ojos relucientes, con callos en las ma-nos y el azaón al Uñ alarido triunfal hendió como dardosonoro el aire azul de aquella serena ma-ñana del estío. El sol, deslumbrante, caíaen lluvia de oro sobre los aperos de la-branza; dos mariposas de color de fuegovolaban bajo el íresco toldo de pámpanos,y el alegre repique de las campanas pa-recía responder, allá en lo alto, al alborozode la raza nueva, de la raza fuerte, queabría su fecundo surco de amor en la lla-nura humana. JOSÉ NOGALES Y NOGALES. ÚLTIMOS ECOS CARNAVALESCOS. Los pierrots Esta sociedad fue una de las que por su originalidad consigruió muchos de los mejores premios en elpintoresco pueblo de Belgrano, en «La Prensa» y en varios corsos de la Capital.—La fotog^rafía fue tomada en?el hall de «La Prensa» por nuestro fotóg-rafo señor Costa, con la luz de raagnecio CHIRIGOTA BuUrich interrogando á Williams:—Diga, secretario, rata, ¿á qué géneropertenece gramaticalmente? Se lo pre-gunto porque no quiero incurrir en nue-vo-> errores de retórica. —Al género femenino, señor dice, la rata, porque es la hembradel ratón. —No diga, señor Secretario. A ver,amigo Martí.—dirigiéndose al Sub-Secre-tario:—¿Usted qué dice? —Digo, señor Intendente, que el uso ha >echo de esa palabra un común de dos. — ¡I Común de dos 1! ¿Y qué es eso ?—Eso es, la rata y el rata. Lo primero ese animalito por el que el señor Inten-dente ha ofrecido veinte centavos y elsegundo el que se ha robado los cie


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