Revista contemporánea . E UN CORRESPONSAL.) xiste una gran analogía entre el fatalismo mu-sulmán y la resignación eslava. El turco no confíasino en Dios primero y en Mahomed después; eleslavo lo espera todo de Dios, en primer término,y en segundo del Tsar. Mahomed proveerá, dicen aquéllos; elTsar proveerá, exclaman éstos. El Tsar es algo más que elEmperador reinante; es un sér superior, una entidad supre-ma, de la cual dependen las cosas mundanas y en cuyas ma-nos residen los destinos de todos sus súbditos. Cuando loseslavos no tienen Tsar, se lo inventan, se lo imaginan. Losbúlgaros, por eje


Revista contemporánea . E UN CORRESPONSAL.) xiste una gran analogía entre el fatalismo mu-sulmán y la resignación eslava. El turco no confíasino en Dios primero y en Mahomed después; eleslavo lo espera todo de Dios, en primer término,y en segundo del Tsar. Mahomed proveerá, dicen aquéllos; elTsar proveerá, exclaman éstos. El Tsar es algo más que elEmperador reinante; es un sér superior, una entidad supre-ma, de la cual dependen las cosas mundanas y en cuyas ma-nos residen los destinos de todos sus súbditos. Cuando loseslavos no tienen Tsar, se lo inventan, se lo imaginan. Losbúlgaros, por ejemplo, carecían de jefe del Estado antes de laguerra de 1877-78; porque para los ratas, como no se consi-deran parte integrante de la nación otomana, el Sultán os-manlí no es su jefe de Estado. No obstante, siempre anda-ban á vueltas con el Tsar; todo al Tsar lo atribuían; el caminocarretero era el Tsarsko-pot (camino imperial) y para los búl-garos, Constantinopla ha sido siempre y es aún Tsagrad (la. (l) Conferencia dada en elde 1883. So noviembre de I Centro del Ejército y de la Armada en abril.—TOMO XLVIII.—VOL II. 9 I30 REVISTA CONTEMPORÁNEA ciudad del Tsar). El soldado ruso halla en la idea del Tsaruna fuente inagotable de resignación y consuelo. Podrá su-frir mil desdichas, no importa; un solo beneficio del Tsar,recibido de año en año, le compensa todos los infortunios;¡y cuán ajeno es el Tsar á semejantes beneficios! Cuando elsoldado moscovita recibe calzado nuevo, exclama: «el Tsarme ha remitido un par de botas;» á la sopa de col que cons-tituye su rancho, la llama la sopa del Tsar; si cobra susatrasos, dice á quien quiere oirle: «¡cuán bueno es el Tsar!me ha satisfecho mi salario; jviva el Tsar!» Eso de panslavis-mo, emancipación de los cristianos de Oriente, causa de lacivilización, etc., son cosas que el soldado ruso ignora com-pletamente; él no conoce más que al Tsar, y se bate porqueel Tsar lo ordena. Tratándos


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