La Mujer . Pasemos porque se considere como debuen gusto, el retrato de un infeliz ajus-ticiado, en el momento de recibir el tirode gracia. Pero, convertir en espectáculo, en nego-cio, y en exhibición, á los desgraciadosenfermos que acudían á recibir los soco-rros de la ciencia en momentos de supre-ma angustia. Sacar cuadros plásticos delas operaciones que el personal de la Asis-tencia Pública, practicaba ejerciendo elmás sagrado y el más elevado de losministerios, es algo tan irrespetuoso, taninhumano y tan vituperable, que no nosatrevemos á darle crédito. Tiene usted razón, señor Director, v


La Mujer . Pasemos porque se considere como debuen gusto, el retrato de un infeliz ajus-ticiado, en el momento de recibir el tirode gracia. Pero, convertir en espectáculo, en nego-cio, y en exhibición, á los desgraciadosenfermos que acudían á recibir los soco-rros de la ciencia en momentos de supre-ma angustia. Sacar cuadros plásticos delas operaciones que el personal de la Asis-tencia Pública, practicaba ejerciendo elmás sagrado y el más elevado de losministerios, es algo tan irrespetuoso, taninhumano y tan vituperable, que no nosatrevemos á darle crédito. Tiene usted razón, señor Director, valemás vender unos números menos, vale másperder un poco de popuaridad, que trans-íormar en objetos de lucro y explotación,los grandes crímenes y las grandes cala-midades públicas. Siga usted en La Mujer la actitud cultaque viene observando, y prescinda de esasinformaciones efectistas. Esos éxitos duran lo que las luminarias; pero las buenascausas acaban por triunfar. Juan


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