. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. die contestó á sus invocaciones; el silencio reinó entorno suyo, y el caballero desplomóse en un sitial, tras-tornado y rendido por emociones tan encontradas y vio-lentas. Tras unos instantes de calma volvió en si y dijo: —Es necesario ante todo que descubra si mi hermanose halla donde la desconocida dijo, herido, como aseguró.Aunque la casa no supo ó no pensó en determinarme,creo que no ha de serme imposible dar con ella; y cuandoá Rodrigo encuentre, si la vida salva, él me ayudará áaclarar este m


. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. die contestó á sus invocaciones; el silencio reinó entorno suyo, y el caballero desplomóse en un sitial, tras-tornado y rendido por emociones tan encontradas y vio-lentas. Tras unos instantes de calma volvió en si y dijo: —Es necesario ante todo que descubra si mi hermanose halla donde la desconocida dijo, herido, como aseguró.Aunque la casa no supo ó no pensó en determinarme,creo que no ha de serme imposible dar con ella; y cuandoá Rodrigo encuentre, si la vida salva, él me ayudará áaclarar este misterio, pues paréceme que interesados porigual debemos de estar los dos en aclararlo. Vistióse y luego salió á la calle. Un sólo instante acudió á su mente el recuerdo de Leo-nor, y lo borró enseguida el de la misteriosa dama. —Es más hermosa que ella,—pensó el caballero. Y no volvió á pensar en la que habia sido hasta enton-ces objeto constante de sus preocupaciones. La misteriosa desconocida absorbía por completo todasu atención. CAPITULO XXXVI Un encuentro. o sabiendo cómo ni en quién buscar con-sejo para sus dudas, D. Tomás salió aque-lla|tarde á pasear por los alrededores dela población, para á solas entregarse li-bremente á sus útilmente habia recorrido por la mañana el barriode la Judería para buscar la casa donde debía refugiarsesu hermano, según el misterioso aviso; pero no consiguióencontrarla ni halló siquiera rastro alguno del que ibabuscando. Pensaba el buen caballero, mientras triste y medita-bundo vagaba por la campiña: — ¿Cabe en mortal, bajo los cielos nacido, suerte másaciaga que la mía? Cual si mi condición de noble sin for-tuna no bastase á mi infortunio, la desgracia se ensañaen mi desdicha robándome al hermano que tanto quieroy el destino me hace objeto de sus burlas sujetándome almisterioso encanto de una beldad desconocida. ¿Quién ser 254 A. CONTRERAS puede esa mujer divina q


Size: 1424px × 1754px
Photo credit: © Reading Room 2020 / Alamy / Afripics
License: Licensed
Model Released: No

Keywords: ., bookcentury1900, bookdecade1900, bookidisabellacatl, bookyear1900