La Mujer . o. La manera de hablar que tenía Rompe Lanzas,su aspecto semi-cómico y otros mil pormenores agra-daron al anciano y sonriendo le dijo: — Habéis de saber, mi valiente, que la plaza estáocupada; es decir, hay un tal Lama Fuerte que lapretende. Este Lama Fuerte tiene que darme una prue-ba de su valor, y si resulta victorioso de ella, no hayqué hacerle, el puesto le pertenece, pues he dado mipalabra. Sin embargo, vos, caballero, me sois bastanto simpático, y á más quiero ser justo con , queréis darme vos también una prueba devuestro valor? Quizás seáis de más coraje que Lam
La Mujer . o. La manera de hablar que tenía Rompe Lanzas,su aspecto semi-cómico y otros mil pormenores agra-daron al anciano y sonriendo le dijo: — Habéis de saber, mi valiente, que la plaza estáocupada; es decir, hay un tal Lama Fuerte que lapretende. Este Lama Fuerte tiene que darme una prue-ba de su valor, y si resulta victorioso de ella, no hayqué hacerle, el puesto le pertenece, pues he dado mipalabra. Sin embargo, vos, caballero, me sois bastanto simpático, y á más quiero ser justo con , queréis darme vos también una prueba devuestro valor? Quizás seáis de más coraje que LamaFuerte. —¿Y qué tendría que hacer, señor? ¿En qué con-oiste c^a prueba? — Vuestro contrincante tiene que velar el cadáverde Lupo. ¿Queréis fingiros muerto? Si hacéis escapará Lama Fuerte, el puesto es vuestro. Agradeció Rompe Lanzas al señor de Start y que-daran convenidos en que á eso de las nueve vendríapara ser amortaja o. Xo habían pasado diez minutos desde que se ha-. ALBUM - REVISTA « LA MUJER » bía ido Rompe Lanzas cuando de nuevo apareció elpaje guiando á un alto personaje de mirada cente-llente, la frente espaciosa, el pecho bien desarrollado,en fin. un nuevo Hércules. —¿Venís por la plaza de Lupo?—preguntó el an-ciano. —¿Cómo lo sabéis excelencia? — Contestadme y no os preocupéis de lo demás.—Perdón, señor. Si. es cierto. —¿Conocéis á Lama Fuerte?—No, excelencia. — Lama Fuerte e^ un valiente que pretende tam-bién la plaza. Yo le he pedido una prueba y él acce-dió gustoso. —Yo también accedería de la misma manera—res-pondió el atleta.—¿De veras?—De veras. --Pues bien: Lama Fuerte tiene que velar el ca-dáver de Lupo. Si vos tenéis interés en quedaros conlo que deseáis, prometedme hacer lo que os diga. —¿Y qué debo hacer?
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