. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. s espíe y de nuestras intenciones os avise. — Mal interpretáis mi delicadeza,—repuso gravementeD. Juan.—Lo que quiero es entregaros la que comprome-teros pudiera si lo que á mi me ha revelado á otros re-velase. — Sea como sea, vuestro encargo D. Pedro, Margarita y Ñuño en los caballos para ellos prevenidos y partieron tras afectuosa án, que oculto estaba contemplando esta esce-na, acercóse á Tarsio y díjole por lo bajo: — ¡Se va la infame!—Pero volverá,—respondióle
. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. s espíe y de nuestras intenciones os avise. — Mal interpretáis mi delicadeza,—repuso gravementeD. Juan.—Lo que quiero es entregaros la que comprome-teros pudiera si lo que á mi me ha revelado á otros re-velase. — Sea como sea, vuestro encargo D. Pedro, Margarita y Ñuño en los caballos para ellos prevenidos y partieron tras afectuosa án, que oculto estaba contemplando esta esce-na, acercóse á Tarsio y díjole por lo bajo: — ¡Se va la infame!—Pero volverá,—respondióle el idiota,—En mí palabra fia. Ocasión te ofreceré para tu venganza. A solas poco después Pacheco en su cámara, decíase:—Mis deseos se cumplen. Hoy mismo partiré para Ma-drid, donde con D. Enrique concertaré el convenio en nom-bre de la liga, y despué En buena armonía con el rey,la infanta y D.^ Juana, serviré al que á mis intereses másconvenga. Lo que sí puedo asegurar desde ahora, es queD. Isabel no se casará con D. Fernando. CAPÍTULO XVIII. Un aviso misterioso ASI al tiempo mismo que D. Pedro, partíade Avila el enviado del arzobispo de To-ledo, siendo portador de la respuesta dela infanta al mensaje de su los sentimientos de Isabel»no hay que decir que la respuesta era favorable á los de-seos del prelado. De momento únicamente tuvo noticia de ella, D.^ Maríade la Torre, confidente de su Alteza; y del particular ha-blaban horas después D.^ Isabel y su dama, tregua dandopor aquel día á la labor y á la piadosa lectura, que esamor tan absorvente tirano, que la atención no consientecompartir con nada, de aquel á quien por su bien ó porsu mal domina. Dando lugar á las ilusiones, sustitutas de la inquietuden el ánimo de la real y enamorada doncella, ésta decía: —¿Qué pensará de mí D. Fernando, cuando mi contes-tación sepa? Si de veras me ama, ¿no experimentará lamisma alegría que exp
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