Mares y montañas : vigo, San Sebastián, Panticosa, Linares, Los pirineos, Bilbao . leva á la derecha el ríoDeva y á la izquierda la línea férrea en cons-trucción. Más arriba va el camino viejo, yaolvidado entre cortinajes de arboleada, en-tretejido de lianas y madreselvas: descubrí- iSa J. ORTEGA MUNILLA. mos un pueritecillo á lo Gustavo Doré,verdoso, tapizado de trepadoras. Casa solarde Jaureguitorrea. Eibar: en todas sus casas se fabrican ar-mas. Por las abiertas ventanas se ven bancosde herrero, bigornias, hornos, hombres tra-bajando con limas y se oye el áspero chirridoy el golpear de las


Mares y montañas : vigo, San Sebastián, Panticosa, Linares, Los pirineos, Bilbao . leva á la derecha el ríoDeva y á la izquierda la línea férrea en cons-trucción. Más arriba va el camino viejo, yaolvidado entre cortinajes de arboleada, en-tretejido de lianas y madreselvas: descubrí- iSa J. ORTEGA MUNILLA. mos un pueritecillo á lo Gustavo Doré,verdoso, tapizado de trepadoras. Casa solarde Jaureguitorrea. Eibar: en todas sus casas se fabrican ar-mas. Por las abiertas ventanas se ven bancosde herrero, bigornias, hornos, hombres tra-bajando con limas y se oye el áspero chirridoy el golpear de las labores del ferretero y elresoplido de los fuelles que alientan sobre elascua rosada y flameante. Eibar lo hace todode acero: sus armas y sus hombres; pruebade esto último, el Chiquito de Eibar. Sahmos de Guipúzcoa y entramos en Viz-caya. Olarriaga, Ermúa, á lo lejos el balnea-rio de Zaldívar; más lejos las montañas deUrquiola. Fatigados de admirar tanta mara-villa de paisaje, llegamos á Durango, dondeel tren nos espera. Una hora después llega-mos á FIESTAS DE BILBAO. Agosto 25. 1886. REiNTA y seis horas de lluvia noy |v^ interrumpida han quitado á lasí^-^^ fiestas de Bilbao su animación pro-verbial. Sin embargo, se han celebrado yados de las cuatro corridas de toros y la ele-gante plaza de Vista-Alegre se ha cielo cubierto de nubes, la atmósfera sa-turada de agua, los aficionados enfundadosen sus británicos impermeables, las damascubiertas con sus watherprofs, los paraguasabiertos en los tendidos y formando una es-pecie de negra testudo ^ como la que hacían 184 J. ORTEGA MUNILLA. los antiguos soldados romanos para acercarseá una fortaleza que dejaba caer sobre ellospiedra y flechas, no constituyen, preciso esdecirlo, aquel aspecto propio de un circotaurino, que solo se concibe entre diluviosde luz solar que centellea en los trajes de losdiestros. El aspecto británico de la plaza se impo-nía al carácter andaluz y morisco de l


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