La Mujer . —Su melodía Adiós para siempre revela dema-siado sentimiento para ser una obra de yjuraimaginación. Usted ha sentido lo que ha es-crito. —Es posible. —¿Se la ha inspirado á usted una mujeramada?—Sí. —¿Y no puede usted revelar su pasión áesa mujer? —No, y ya sabe usted por qué Quiero serfiel á la que ha puesto en mí su confianza. —¿Y esa desconocida le corresponde á ustedcon su afecto? —Es usted la única persona que puede con-testar á esa pregunta. —¡Ah! ¡Ser amada por un hombre como us-ted!.... ¡Me hace usted á un tiempo la mujermás dichosa y más desgraciada del mundo! —¡Cueste lo q


La Mujer . —Su melodía Adiós para siempre revela dema-siado sentimiento para ser una obra de yjuraimaginación. Usted ha sentido lo que ha es-crito. —Es posible. —¿Se la ha inspirado á usted una mujeramada?—Sí. —¿Y no puede usted revelar su pasión áesa mujer? —No, y ya sabe usted por qué Quiero serfiel á la que ha puesto en mí su confianza. —¿Y esa desconocida le corresponde á ustedcon su afecto? —Es usted la única persona que puede con-testar á esa pregunta. —¡Ah! ¡Ser amada por un hombre como us-ted!.... ¡Me hace usted á un tiempo la mujermás dichosa y más desgraciada del mundo! —¡Cueste lo que cueste, debo renunciar enabsoluto al sentimiento que domina mi espí-ritu! Y cuento con usted nara que me ayudeá cumplir con mí deber. —¿Y qué he de hacer para ello? —Partir. Es preciso cjue no volvamos ávernos. Un amor que tuviese que apelar á lamentira, un amor manchado por la hipocresía,sería indigno de nosotros. —Tiene usted razón; ese amor se


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