América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . á la cual di el nombre de Heniitelia Parada, ostentaba unas hojas tanenormes, que la que menos tenia tres metros de longitud, habiéndome visto en algunosapuros para poder trasportar una en hombros por el lecho del torrente. Una multitud dejlantas criptógamas, entre las cuales predominaban los musgos, las selaginelas, los hongoslas hepáticas, alfombraban el suelo. Y dentro de la corriente pululaban varias especies 556 AMÉRICA PINTORESCA acuáticas, entre las cuales algunas culebras coleaban lentamen


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . á la cual di el nombre de Heniitelia Parada, ostentaba unas hojas tanenormes, que la que menos tenia tres metros de longitud, habiéndome visto en algunosapuros para poder trasportar una en hombros por el lecho del torrente. Una multitud dejlantas criptógamas, entre las cuales predominaban los musgos, las selaginelas, los hongoslas hepáticas, alfombraban el suelo. Y dentro de la corriente pululaban varias especies 556 AMÉRICA PINTORESCA acuáticas, entre las cuales algunas culebras coleaban lentamente á poca distancia de lo alto de los cedrelos y jacarandias los monos chillones se reiai^y hacían muecasy contorsiones á porfía. Pertenecían á la especie del pelaje negro (StciitoK^nigcr) que es lamayor de esta familia. De ellos uno ha dejado en nosotros un recuerdo impregnado de me-lancolía. Era una hembra que amamantaba á su pequeñuelo, la cual, á nuestra llegada, en vezde huir como los demás, se quedó sentada en la rama de una cecropia, mirándonos de hito. Caza de mariposas en Villavicenclo en hito, y como quiera que los naturalistas no tienen entrañas, pronto le enviamos certerabala que hirió en mitad del pecho á la pobre madre, la cual en lugar de agarrarse á la ramacon las manos ó con la cola, como casi todos sus congéneres al verse heridos mortalmente,apretó á su pequeñuelo contra su regazo, abrió los brazos, lanzó un grito desgarrador y cayódesplomada al suelo. Aquel quejido de agonía zumbó durante mucho tiempo en nuestrosoídos. Habíamos dado principio á la cacería. Volaban por entre el espeso follaje cotingas de azula-das plumas, tangaras amarillas, pájaro-moscas lesbias (Lesbia Amaryllis), sitáculos verdi-azula-dos (Psittacula coelestis) y rellenamos nuestros zurrones con varios ejemplares de todas estasespecies. Por los matorrales saltaba de rama en rama, al alcance de nuestras manos, el firi-giielo (CrolopJiaga


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