. Islas Baleares; por Pablo Piferrer y José Ma. Quadrado. guan las concavidadesy convexidades de uno y otro muro que encajan entre sí, continúa más ancha ysirviendo de holgado cauce al torrente de Pareys, que en sus mayores crecientesapenas cubre el fondo, y justifica su nombre al juntarse en el sitio llamado Entre-forch con otro que baja de Lluch, siguiendo unidos hasta el mar por el trecho deuna legua. Aquellos bordes cortados á grande altura, en cuyas cuevas anidanbandadas de palomas salvajes ; aquellas rocas desprendidas y amontonadas abajo,por las cuales al más ágil cazador le cuesta abri


. Islas Baleares; por Pablo Piferrer y José Ma. Quadrado. guan las concavidadesy convexidades de uno y otro muro que encajan entre sí, continúa más ancha ysirviendo de holgado cauce al torrente de Pareys, que en sus mayores crecientesapenas cubre el fondo, y justifica su nombre al juntarse en el sitio llamado Entre-forch con otro que baja de Lluch, siguiendo unidos hasta el mar por el trecho deuna legua. Aquellos bordes cortados á grande altura, en cuyas cuevas anidanbandadas de palomas salvajes ; aquellas rocas desprendidas y amontonadas abajo,por las cuales al más ágil cazador le cuesta abrirse paso; aquella oscuridad mis-teriosa que producen formando bóveda las peñas de entrambas márgenes, sobrecharcos únicamente accesibles en cierta estación; y por último el desembocartras de difíciles pasos y fatigosas revueltas en aquella anchurosa calle ó más bienrambla entre dos soberbias murallas naturales que se reflejan en las balsas á lasombra de grupos de pinos en el desaguadero de la Calobra: son bellezas casi al- ISLAS BALEARES. MALLORCA. — Gorch Blanch ISLAS BALEARES IO29 Pronto empero una frondosidad caprichosa y brillante vistelas lomas y las laderas, y si los espinazos descarnados de lasierra aún blanquean de cuando en cuando, ó si algunos picosdespedazados asoman, guarnécelos y cíñelos denso boscaje, lospinares, los encinares y los robledos se suceden, y las breñasllenan espesísimas todos los claros y todas las pendientes. Através de ese dosel de verdor descúbrese el santuario de Nues-tra Señora de Lluch, y se baja al valle en que descuella [a). Ladevoción atrae á él peregrinos de toda la isla; y si otros san-tuarios del continente, coronando los riscos, se ofrecen de lejosá las miradas de los que van á visitarlos y encienden su fervor,también éste por una situación diferente aviva de lejos la piedadé hiere los ojos del que para alcanzarlo ha de atravesar y des-cender de las encumbradas cordilleras, que de todos lados cir-cuy


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