Historia de la Villa y Corte de Madrid . ¡s establey legÃ-timo á su privanza, y en el restablecimiento del dominio español en Italia, quecomenzaba á ser también el sueño dorado de Felipe V. Hallábase á la sazón el PontÃ--fice temeroso de los designios del Turco contra Venecia y alguna de sus posesiones:por otra parte se disponÃ-a el emperador de Austria á asegurar sus Estados de Italia, ysi posible fuese á acreceutarloscon alguna nueva conquista. Lisonjeó Alberoni al Papa,enviando una escuadra que obligó á levantar al Turco el sitio de Corfú; y en cuantoal Euiperador, que trataba


Historia de la Villa y Corte de Madrid . ¡s establey legÃ-timo á su privanza, y en el restablecimiento del dominio español en Italia, quecomenzaba á ser también el sueño dorado de Felipe V. Hallábase á la sazón el PontÃ--fice temeroso de los designios del Turco contra Venecia y alguna de sus posesiones:por otra parte se disponÃ-a el emperador de Austria á asegurar sus Estados de Italia, ysi posible fuese á acreceutarloscon alguna nueva conquista. Lisonjeó Alberoni al Papa,enviando una escuadra que obligó á levantar al Turco el sitio de Corfú; y en cuantoal Euiperador, que trataba de unirse con Francia é Inglaterra, se limitó por entoncesá mantenerle en continua alarma, mientras ganaba tiempo para hacerlos convenientespreparativos. Llegaron estos á un punto que excitaban ya las inquietudes de toda Eu-ropa; pero Alberoni, atizando en Francia el fuego de la discordia, entreteniendo áInglaterra, engañando al Papa, y no rompiendo abiertamente con el Emperador, á to- IIISTOUIA l)K L4 VCOKTK DE ALVJJllll). -A,. ^-^ Ei SA\Bi)Emi s\mm:B. SEGUNDA PARTE, CAP. II. 65 dos niantenia á la vez cuidadosos, esperanzados y sin poder presumir dónde descarga-rÃ-a por último el golpe, que preparaba. Lle^ó este momento: vióse por fin investido de la púrpura cardenalicia, y la res-petable expedición,que habla dispuesto, cayó de repente sobre Cerdeña. El Papa com-prendió entonces que habia sido un juguete de sus ocultas miras, y el Emperador,aunque tenia numerosas fuerzas en Italia, hubo de convencerse de que habia perdidomucho tiempo en su impolÃ-tica espectativa. ¿Qué hacer ya, sin embargo, cuando Albe-roni habia armado como por encanto una buena escuadra, levantado un ejército sufi-ciente á cualquiera empresa, en el cual se contaban, entre otros cuerpos aguerridos,dos regimientos de contrabandistas sacados de Sierra Morena; cuando habia provistoabundantemente aquella exped


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