La Mujer . Es noble espectáculo el que nos ofrece la te oculto. Colomban. que como tu hermano alguna probabilidad de conseguir el don de lapoesÃ-a. j M5 Pedro RoselÃ-n. el más jóven de los tres hijos dei Rey,fresco v delicado como una flor no habÃ-a hablado aún. â Yo no he vistoâdijojal ser preguntadoâbatallasenlas llanuras alumbradas por el sol poniente, ni tam- LA MUJER. Album de las Familias poco á las personas caritativas que cuidan los moribun-dos en las ciudades, porque el dÃ-a de nuestra partida, á ios primeros pasos, he vis-to una cosa después de lacual n


La Mujer . Es noble espectáculo el que nos ofrece la te oculto. Colomban. que como tu hermano alguna probabilidad de conseguir el don de lapoesÃ-a. j M5 Pedro RoselÃ-n. el más jóven de los tres hijos dei Rey,fresco v delicado como una flor no habÃ-a hablado aún. â Yo no he vistoâdijojal ser preguntadoâbatallasenlas llanuras alumbradas por el sol poniente, ni tam- LA MUJER. Album de las Familias poco á las personas caritativas que cuidan los moribun-dos en las ciudades, porque el dÃ-a de nuestra partida, á ios primeros pasos, he vis-to una cosa después de lacual no he querido más. ypor lo que bien compren-do que no seré quien con-siga el premio. â?,Qué has visto tú?â preguntó el mago. âVoy á decirlo:âCon-testó RoselÃ-n â Al entraren una de las calles de unpueblecito, he visto á unamujer Joven que ojos de color de cie-io, parecÃ-an dos miosotishumedecidos por la llu-via. Era divina. Yo ladije mirando sus ojoscuajados de lágrimas:. â¿Cuál es la causa de vuestra pena? âLa causa de mi pena ârespondió ella â es que miprometido, el VÃ-nico hombre á quien he amado, me aca-ba de abandonar para seguir en sus aventuras á unasaltimbaqui que ha pasado por aquÃ-. Y sollozaba ocultando el rostro con sus manos deli-cadas y pálidas. Entóneos, lloré también, y después, enmis viajes, no he visto nada, porque aún tenÃ-a los ojosvelados por las lágrimas que la pena de aquella niña mehabÃ-a hecho verter. Ei encantador exclamó alzando su plateada barba: âTú serás el poeta, hijo mÃ-o, porque nada hay tannoble y tan sagrado como el dolor de una mujer enamo-rada. Tú eres el que ha traÃ-do mejor recuerdo. Pero no necesito otorgarte el don de la poesÃ-a, por-que el que llora como tú, con las mujeres desgraciadas,es ya poeta. Catules Mendes. DOS CELEBRIDADES Pidió un dÃ-a Mirabeau doce mil francos prestados á


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