La Mujer . sco! Pero era un honrado servidory se contentaba con lanzar gemidos tristísi-rtios y lastimeras palabras, hasta que lleno dedolor comenzó á llorar con lágrimas de infini-ta amargura. El gran bloque negro llegó á color intenso se tornó en gris de penum-bra, y luego, abriendo la roca sus entrañas ála luz, quedó más transparente que un brillan-te y más diáfano que el lago mismo. Él paje, temiendo que la noche con sus som-bras borrara de sus retinas la imagen preciosade aquellos dos pies desnudos, cerró los ojosV (¡uedó muerto. ^ Fué por misericordia de una honda penaamoro


La Mujer . sco! Pero era un honrado servidory se contentaba con lanzar gemidos tristísi-rtios y lastimeras palabras, hasta que lleno dedolor comenzó á llorar con lágrimas de infini-ta amargura. El gran bloque negro llegó á color intenso se tornó en gris de penum-bra, y luego, abriendo la roca sus entrañas ála luz, quedó más transparente que un brillan-te y más diáfano que el lago mismo. Él paje, temiendo que la noche con sus som-bras borrara de sus retinas la imagen preciosade aquellos dos pies desnudos, cerró los ojosV (¡uedó muerto. ^ Fué por misericordia de una honda penaamorosa por lo que el cristal de roca, negro yopaco que era. se volví»» blanco y transparente. Y si se me obligara á deducir una moialejade este cuento, os la dedicaría á vosotras, lec-toras jóvenes, acónsejánditos que debéis des-confiar de la piedad de las cosas, porque hastalas piedras serán más blandas para el amorque llora, que vuestios corazones femeninos. : ^NÍ


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