La Mujer . rme —Sin duda, replicó Beaumarchais, poro como he deperder la amistad de usted, señor conde, el día que lecobre lo que me deba, prefiero perderla de una ve/ ygano de un golpe doce mil francos. ANECDOTA Cuenta un periódico extranjero que hace pocos días unajoven muy bonita se presentó á Rubinstein pidiéndoleque la oyese tocar al piano. El célebre artista accedió á ello; la joven tocó unapieza, y el maestro la escuchó con religiosa atención. —¿Qué os parece que haga?—le preguntó la joven le-vantándose del piano. Y Rubinstein, sonriéndose. no contestó más que unapalabra : —¡


La Mujer . rme —Sin duda, replicó Beaumarchais, poro como he deperder la amistad de usted, señor conde, el día que lecobre lo que me deba, prefiero perderla de una ve/ ygano de un golpe doce mil francos. ANECDOTA Cuenta un periódico extranjero que hace pocos días unajoven muy bonita se presentó á Rubinstein pidiéndoleque la oyese tocar al piano. El célebre artista accedió á ello; la joven tocó unapieza, y el maestro la escuchó con religiosa atención. —¿Qué os parece que haga?—le preguntó la joven le-vantándose del piano. Y Rubinstein, sonriéndose. no contestó más que unapalabra : —¡ Casaos! EIM EL EXTREMO ORIENTE Aquello no tiene trazas de acabar nunca. El general Waldersee, ha dirijido un ulti-matum al gobierno chino, pidiendo le seanentregados los jefes del movimiento anti-extranjero, en el acto, pues de lo contrarioAlemania declarará la guerra al Celeste Im-perio. Esta idea singular de castigar á los dam-nificadores antes, y celebrar después la paz,.


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