La Mujer . Derrochando su hermosuraEntra al taller de un pintorLa muchacha más gallardaQue en este siglo nació;Lleva su njantón terciado,Que cubre por gala en dosAlgo, que sólo á los ciegosNo les causa tentación;En la cabeza unas flores Y al cuello cinta punzó y despué ¡Válgame el cielo! (Sigamos la descripción.) Tiene formas tan graciosas Su conjunto seductor Que parece que el gran Fidias Sus perfiles modeló; Son sus labios dos sonrisas Que riman cantos de amor, Y su mirada nos cuentaUn poema pecador. ¡Es un demonio la niñaQue no tiene saly^ición! ¿Sabéis quién es esta chicaQue entra al t


La Mujer . Derrochando su hermosuraEntra al taller de un pintorLa muchacha más gallardaQue en este siglo nació;Lleva su njantón terciado,Que cubre por gala en dosAlgo, que sólo á los ciegosNo les causa tentación;En la cabeza unas flores Y al cuello cinta punzó y despué ¡Válgame el cielo! (Sigamos la descripción.) Tiene formas tan graciosas Su conjunto seductor Que parece que el gran Fidias Sus perfiles modeló; Son sus labios dos sonrisas Que riman cantos de amor, Y su mirada nos cuentaUn poema pecador. ¡Es un demonio la niñaQue no tiene saly^ición! ¿Sabéis quién es esta chicaQue entra al taller de un pintor?.. .La modelo para un cuadroDe la «Virgen del dolor». RAFAEL V. LÓ Siglo XIX. (Comunicadr) ALBUM - REVISTA «LA MUJER». Señor Director de La Mujer ¿Ha leído usted el último número delSEMANARIO festivo, literario, artístico, deactualidades y otras debilidades, llamadoCaras y Caretas? Lo mejor que trae en su especialidades un articulito dividido en capítulos deun señor Victor Arreguine, á quien noconozco; pero qae me lo han ponderadomucho! ¿Me permite que lo comente—no al se-ñor Arreguine, si no á su articulito?Allá va: Dice este buen señor: «Un joven artista,movido por el deseo de hacer una obrainmortal, penetró en las galerías de unafabulosa cantera.» Pues si era fabulosano había tal cantera. Y sigue el señorArreguine: «El mármol purísimo le ofre-ció sus flancos como una mujer enamo-rada.» Una mujer enamorada ofreciendosus flancos como si fuera un purísimo már-mol!! Yo creía que una mujer enamoradapuede ofrecer todo lo que usted quiera,señor Arreguine, pero, ¡sus flancos! Y sigue este señor Arreguine, des-pués de poner punto y coma: «invitába-lo el silencio á consum


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