Historias . no poder conseguirlo, he aquí que oshallo en mi casa para poder cumplir tal pro-pósito. En esto oyéronse voces de Beltrán en el co-medor. 6 82 VÉLEZ DE GUEVARA —¡ Eh, amiga mía ! ¿Dónele os habéis me-tido? ¡ Venid, que la salsa huele a gloria ! Pero cuál no sería su asombro al ver que ladama salía acompañada de su amo y que éstele decía : —Has de respetar a doña Rosaura como a mímismo en tanto en esta casa se hospede y nohabrá cena para ti como no le pidas perdónpor la conducta en exceso impertinente quehas observado ante ella. ¿Hace falta decir que Beltrán se apresuróa caer de rod


Historias . no poder conseguirlo, he aquí que oshallo en mi casa para poder cumplir tal pro-pósito. En esto oyéronse voces de Beltrán en el co-medor. 6 82 VÉLEZ DE GUEVARA —¡ Eh, amiga mía ! ¿Dónele os habéis me-tido? ¡ Venid, que la salsa huele a gloria ! Pero cuál no sería su asombro al ver que ladama salía acompañada de su amo y que éstele decía : —Has de respetar a doña Rosaura como a mímismo en tanto en esta casa se hospede y nohabrá cena para ti como no le pidas perdónpor la conducta en exceso impertinente quehas observado ante ella. ¿Hace falta decir que Beltrán se apresuróa caer de rodillas a las plantas de doña Rosau-ra, para pedirle perdóo ? La cena, ante todo y sobre todo. IV Como sabía que el Virrey era madrugador,presentóse de buena mañana en su palacio conel anillo que él1 mismo le diera en nombre deun imaginario amigo. Quiso la fortuna que nuestro soldado, en elcamino que mediaba de su casa a la del Virrey,se enterase de que la escuadra enviada por. EL VALIENTE TOLEDANO 83 éste contra los turcos, había vuelto sin comba-tir. Su almirante alegaba que la escuadra tur-ca los doblaba en número y que de antemanopodía darse por perdida la batalla. Estas razones mo convencieron al Virrey, cu-ya bravura rayaba en la temeridad, y censuróel proceder del almirante calificando su acto,no de prudencia, sino de cobardía. Comprendió Ribera que estos sucesos ha-brían puesto al Virrey de un humor de todoslos demonios, pero también juzgó que los des-dichados incidentes ocurridos en mares de Tur-quía facilitaban la realización de sus propósi-tos. Cuando llegó al palacio del Virrey, hallómúltiples dificultades para vencer la resisten-cia de centinelas y guardianes, teniendo queusar de la fuerza y la osadía en la mayoría delos casos. Se halló al fin en las habitaciones que linda-ban con las del Duque y desde ellas oyó la in-dignada voz de éste que rugía maldiciones con-tra el fracasado almirante. —¡ Eh, caballerito


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