La literatura española; resumen de historia crítica . ó mal a Azorín, que enABC arremetió con Cejador y MenéndezPelayo, en defensa de Celestina, cuyo tipomoral no le parecía satánico ni encarna-ción del mal, sino una pobre vieja dedi-cada a oficio poco decente. Cejador con-testó en El Imparcial que lo de las hechi-cerías siempre se tuvo por satánico, y queen la novela expresamente se dice queCelestina tenía su pacto con el Diablo. Alo que repondió Azorín que no creía él enla existencia de Satanás, ni en que nadiela creyera en estos tiempos, por lo que nohabía que dar por puesto en el libro lod
La literatura española; resumen de historia crítica . ó mal a Azorín, que enABC arremetió con Cejador y MenéndezPelayo, en defensa de Celestina, cuyo tipomoral no le parecía satánico ni encarna-ción del mal, sino una pobre vieja dedi-cada a oficio poco decente. Cejador con-testó en El Imparcial que lo de las hechi-cerías siempre se tuvo por satánico, y queen la novela expresamente se dice queCelestina tenía su pacto con el Diablo. Alo que repondió Azorín que no creía él enla existencia de Satanás, ni en que nadiela creyera en estos tiempos, por lo que nohabía que dar por puesto en el libro lode tales pactos; replicando Cejador queeso nada tenía que ver, pues creyera o noAzorín en el Diablo, creyendo en él a piesjuntillas el autor y los primeros lectores de La Celestina, en el ambiente detal creencia había que juzgar la obra (1). Pudiese haber añadido: I. Que (1) Véase sobre esta polémica Los valores literarios, de Azorin, artículos La Celestina, la Celestinay la Pelegrina y Dejemos al diablo, (páginas 87 a 116).. Con licencia impreílá t N ALCALÁ En cafa de luán deViUanueua 15(^9. tJAcofla de Pedro dclBofíjueli• brcrocQ Alcalá, La Celestina. — Alcalá, 1569. — Portada. 392 XVII. ORÍGENES DE LA NOVELA no es exacto que nadie crea hoy en el Diablo, pues, indudablemente, sonmás los que creen en su existencia que los escépticos. Y 2.° Que aunque,por racionalismo, no se crea que exista un espíritu rebelde a Dios y ene-migo del género humano, inspirador, si no de todos, de muchos de lospecados cometidos por el hombre, siempre cabe, ateniéndose a la doctrinatradicional en los pueblos cristianos, calificar de satánicas las maldadesque exceden de las ordinarias y comunes de los mortales. Y que Celestinapertenece a esa aristocracia del mal, es indudable. ¿Hay oficio más bajo yrepugnante que el suyo? ¿Encanallamiento más vil? Si no hubiera demo-nio, los tipos como Celestina merecerían el título de tal. 145. Juicio literario d
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