La Mujer . ña garganta. El niño habla trepado á la plataforma de-lantera del coche, cuando el vehículo cruzaba con rapidez vertiginosa la plaza donde se alza la estatua del héroe; dió tres saltos de gato y que-dó aferrado en la mitad deltranvía, prendido de uno de losextremos del asiento. Desde alli siguió aturdiendoal desgraciado cuyo órgano au-ditivo venia á quedar en lineahori/:oíital con su boca, que nocesaba en su tarea y se moviacon movimientos de máquina,imprimiendo cierta regularidadá aquello que para algunos eradesordenada gritería y que parael pobre niño representaba unaserio de estu


La Mujer . ña garganta. El niño habla trepado á la plataforma de-lantera del coche, cuando el vehículo cruzaba con rapidez vertiginosa la plaza donde se alza la estatua del héroe; dió tres saltos de gato y que-dó aferrado en la mitad deltranvía, prendido de uno de losextremos del asiento. Desde alli siguió aturdiendoal desgraciado cuyo órgano au-ditivo venia á quedar en lineahori/:oíital con su boca, que nocesaba en su tarea y se moviacon movimientos de máquina,imprimiendo cierta regularidadá aquello que para algunos eradesordenada gritería y que parael pobre niño representaba unaserio de estudios llevados á cabo en esa escuelade profesores inflexibles que se llama miseria. El, que había cursado todas las asignaturasde los años ])reparatorios de esa rígida aca-demia, sabia bien que el hombre aquel á quienaturdía y metía ])or los ojos el papel sucio«londe estaban impresas las vidalitas falsifica-das, le pagaría el precio estipulado por suautor con la coná-ión Efectivamente, después de repetir varia?veces las exclamaciones de regla, el pílleteestiró su mano alargando al pasajero uno delos papeles impresos. Este sacó de su bolsilloun billete mínimo y lo pasó al muchacho quedescendió del tranvía con la cara vuelta alfrente. Echó el cuerpo hacia el suelo, formando uuángulo obtuso con el tablón del estribo, y >íearrojó quedando como clavado en la calle, se-reno y tranquilo á la espera delnuevo coche en el que repetii iala escena, haciendo lo mismocon los sucesivos hasta que elúltimo de sus papeles impres.).-*vaya á parar á manos del últimode los aturdidos por su esten-tó iea voz. Después, cuando lleguen lassombras, tomaiá tranquilo elcamino de su casa, y su silueta])álida se perderá en los barrio*obscuros que cruzará con lasmanos en los bolsillos y cantan-do entre dientes el verso quesirvió de pié para la vidalita:Palomita blancavidalitaque voló ij se fué.... Y así llegará el pobre niño hasta las pue


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