El doncel de don Enrique, el doliente; historia caballeresca del siglo XV . proche con que la fraseconcluyó; un ¡ ay ! penetrante se escapóde su pecho desgarrado, dio consigo entierra privada de sentido la triste cama-rera , sonando su cabeza sobre el pavi^ (<72)mentó como piedra sobre piedra, y nadavolvió á oir. Llegó el ar dolorido a los oidos de losdos que hablaban, y era efectivamentetan penetrante ú ¡nesplicable, que no so-lo en aquel siglo de ignorancia, sino aunen este, mas de un valiente hubiera tem-blado al escucharle á aquellas horas, enaquel sitio, sin ver de donde saliese, ysobr


El doncel de don Enrique, el doliente; historia caballeresca del siglo XV . proche con que la fraseconcluyó; un ¡ ay ! penetrante se escapóde su pecho desgarrado, dio consigo entierra privada de sentido la triste cama-rera , sonando su cabeza sobre el pavi^ (<72)mentó como piedra sobre piedra, y nadavolvió á oir. Llegó el ar dolorido a los oidos de losdos que hablaban, y era efectivamentetan penetrante ú ¡nesplicable, que no so-lo en aquel siglo de ignorancia, sino aunen este, mas de un valiente hubiera tem-blado al escucharle á aquellas horas, enaquel sitio, sin ver de donde saliese, ysobre el pedazo de tierra que acababa deser teatro de una muerte, según todas lasapariencias. — ¿ Has oido ? dijo uno al otro. ¡ Cuer-po de Cristo! aqui ha quedado su almapara pedir venganza a todo el que pase:ese grito no es de persona; huyamos — Huyamos, repuso el companero:sonaron un momento sus pasos precipi-tados al rededor del muro. De allí á unmomento nada se oía ni dentro ni fuera,ni en las inmediaciones del funesto alcázar. FIN DEL TOMO EL ©OMCEL DEüc)oii^ Oiiciau^ el Oc)oiieiile^. /wwwvw CAPITULO IX. Ese caballero, amigo,dinie tú qué senas trae. Canción, de Bom. L A hora del alha seria cuando el famosocaballero don Enrique de Villena, cansa-do de esperar inútilmente á su juglar, áquien habla comprometido, como sabe ellector, en el misterioso y nocturno acon-tecimiento de la víspera, vacilando entremil ideas confusas, habla entregado aldescanso sus miembros fatigados. Ni elmiedoso juglar habia vuelto, ni él, desde el punto en que le enviara, á esplorarT. II. I (2) quién fuese el músico, habia tornado áoir mas que el confuso ruido de las ar-mas de los desconocidos combalienies. Nohabiendo querido dar sospechas á nadieen el alcázar de que pudiera tener la me-nor parle en los sucesos que él se figura-ba babcr ocurrido, no se habia determi-nado ni á salir en persona á reconocer elestado de las cosas, ni á dispertar á nin-guno


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