. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. ^g§mm i¡¡r> ájjíliji ssl!i(> s?»®r> sj®r> sj^^ -CSr ^^tJ+t?^ ^^MJJTn»^ ^3Il^^ c^Mj)*^^ ©*7*t tV^ «b=L>t¿Ñ5 CAPITULO VIILo que Pacheco ocultaba en las torres de su OMO correspondía á uno de los caballerosmás nobles y más ricos de aquellos tiem-pos, Pacheco poseía casas y palacios envarios sitios é instalábase temporalmen-te en una ú otra de sus moradas, según las exigencias desu vida nómada y aventurera. Por entonces hallábase instalado provisionalmente enAvila. La casa de s
. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. ^g§mm i¡¡r> ájjíliji ssl!i(> s?»®r> sj®r> sj^^ -CSr ^^tJ+t?^ ^^MJJTn»^ ^3Il^^ c^Mj)*^^ ©*7*t tV^ «b=L>t¿Ñ5 CAPITULO VIILo que Pacheco ocultaba en las torres de su OMO correspondía á uno de los caballerosmás nobles y más ricos de aquellos tiem-pos, Pacheco poseía casas y palacios envarios sitios é instalábase temporalmen-te en una ú otra de sus moradas, según las exigencias desu vida nómada y aventurera. Por entonces hallábase instalado provisionalmente enAvila. La casa de su pertenencia, que ocupaba en esta ciu-dad, era un inmenso y vetusto edificio, flanqueado porcuatro torres unidas entre sí por corredores abiertos enlos muros de piedra. Estos muros eran de un espesor y fortaleza tales, quepodían muy bien representar el papel y hacer el oficio deresistente muralla. Por uno de dichos corredores avanzaba D. Juan, deuna torre á otra, recorriendo en toda su extensión unode-Ios lados de la casa. 60 A. CONTRKKAS Llegó, por fin, ante la puerta de la segunda torre, yse detuvo al oir tras ella las melodiosas notas de una guz-la, pulsada por manos habilísimas en el manejo de talinstrumento. A los sones de la guzla unióse pronto una vo
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