La Mujer . el mundo ande de pLintillas, que los niñosvavan á casa de un pariente; y cuandotodo se ha cumplido —//í-?//,tan!—Q\ aldabón de la puerta suena de una manera tan estrepitosa, que, ponién-doos las manos en la cabeza, le decísdeí^esperado al sirviente: —Anda á ver quien es el imprudenteque golpea de esa No tarda el mismo golpeador en darosla respuesta con estentórea voz: —/ Na rranqiíibaniiii! —/ Tarragona ¡ Tarragoni! —¡Pescai frrresqiii! ¡Pescai feresco! Yo creo que ante semejante ataque álavida del enfermo, cualquiera tiene dere-cho á hacer uso de armas en d


La Mujer . el mundo ande de pLintillas, que los niñosvavan á casa de un pariente; y cuandotodo se ha cumplido —//í-?//,tan!—Q\ aldabón de la puerta suena de una manera tan estrepitosa, que, ponién-doos las manos en la cabeza, le decísdeí^esperado al sirviente: —Anda á ver quien es el imprudenteque golpea de esa No tarda el mismo golpeador en darosla respuesta con estentórea voz: —/ Na rranqiíibaniiii! —/ Tarragona ¡ Tarragoni! —¡Pescai frrresqiii! ¡Pescai feresco! Yo creo que ante semejante ataque álavida del enfermo, cualquiera tiene dere-cho á hacer uso de armas en defensapropia. Por otra parte, ocurre que siendo parti-dario de aquel célebre duque de Roque-lor,—el que tenía por principio no pagarnunca las deudas viejas, dejando envejecerlas nuevas,—esperáis, con las precaucionesconvenientes, la llegada de algún acree-dor ó la de algún de dar sabía-sos (vulgo pechador). ¡ tan!... suena el llamador. Llamáis á la china sirvienta, á quientenéis aleccionada. —Ya sabes. Le dices que no esto_v, queme he ido al campo ó que me he muerto. La china marcha y vuelve sonriendopicarescamente. —¿Era él. no es verdad? —No, señor,—os contesta riendo.—era uncompra-papa, y un cebolla ajo. ¡¡ tan!!, suena el aldabón de unamanera brutal. ¡¡Tan


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