Cronica de Enrique IV . guar-nición á Zalamea fueran á ponerse á las órdenesde la hija del difunto D. Juan Pacheco, la Con-desa de Medellín, siempre hostil al partido de donFernando, y siempre favorecedora del Duque deMedina Sidonia y del de Plasencia, y no parecí de la lealtad debida fomentar las enemis- CRÓNICA DE ENRIQUE IV I 37 tades de los amigos y amalgamar estas cosas tanincompatibles, sobre todo cuando se esperabaque ei exterminio de un partido había de ser eltriunfo del contrario, y no se dudaba de quela suma de todo el negocio consistía en el éxitode aquellas próximas expedic


Cronica de Enrique IV . guar-nición á Zalamea fueran á ponerse á las órdenesde la hija del difunto D. Juan Pacheco, la Con-desa de Medellín, siempre hostil al partido de donFernando, y siempre favorecedora del Duque deMedina Sidonia y del de Plasencia, y no parecí de la lealtad debida fomentar las enemis- CRÓNICA DE ENRIQUE IV I 37 tades de los amigos y amalgamar estas cosas tanincompatibles, sobre todo cuando se esperabaque ei exterminio de un partido había de ser eltriunfo del contrario, y no se dudaba de quela suma de todo el negocio consistía en el éxitode aquellas próximas expediciones. Contaba elrey D. Fernando en Zamora con caballos peones, con los que iba estrechando más elcerco de la fortaleza, y como el de Portugal, aireunírsele su hijo, podía juntar en las cercaníasde Toro, caballos y peones, la batallano parecía dudosa. De su resultado era fácil con-jeturar que dependería el ensalzamiento de unode los partidos y la completa opresión del CAPITULO VI Llegada de la reina D* Isabel á Valladolid.—Expedición de D. Alfonso, hermano de D. Fer-nando.—Crueldad de los portugueses en SanFelices. — Disposiciones adoptadas por D. Fer-nando. abida la llegada del príncipe D. Juan dePortugal, la reina Isabel tomó acerta-das medidas para la tranquila posesión deBurgos. Nombró Alcaide de la fortaleza al exce-lente sujeto Diego de Ribera, ayo que fué delpríncipe D. Alfonso, y después de su muerte, tanestimado de la Reina, su hermana, que le creyómerecedor de la alcaidía. A D. Alfonso de Aragónle encargó que, al frente de 400 lanzas, atajase losdesmanes de los ladrones que diariamente sa-queaban los pueblos y despojaban á los caminan-tes. Noblemente aceptó el encargo el valiente cau-dillo, posponiendo el cuidado de su Maestrazgo deCalatrava, porque del triunfo de su hermano, con-sideraba, además, dependiente la adquisición deaquél y el vencimiento de su adversario D. Ro-drigo Girón. Res


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