La captura de Sorocaima . os laspaces. Tal vez así podremos evitar una batallaque por todos los signos ha de ser muy dura yen la cual seguramente muchos de los nuestrosperderán la vida, así obtengamos la victoria. —¿Y habéis enterado a Sorocaima de lo quepensáis hacer con él? —Algo, algo le he dicho —contestó Garci-González—. Esta mañana muy temprano, antesde ponernos en marcha, le insinué que se rin-diera tratándolo en forma muy amistosa y cor-dial, peí o se mostró más altivo que nunca. Conestes salvajes hay que valerse de mañas o re-currir a la tortura en caso necesario. Espero elmemento opo


La captura de Sorocaima . os laspaces. Tal vez así podremos evitar una batallaque por todos los signos ha de ser muy dura yen la cual seguramente muchos de los nuestrosperderán la vida, así obtengamos la victoria. —¿Y habéis enterado a Sorocaima de lo quepensáis hacer con él? —Algo, algo le he dicho —contestó Garci-González—. Esta mañana muy temprano, antesde ponernos en marcha, le insinué que se rin-diera tratándolo en forma muy amistosa y cor-dial, peí o se mostró más altivo que nunca. Conestes salvajes hay que valerse de mañas o re-currir a la tortura en caso necesario. Espero elmemento oportuno para utilizarlo en la formaque he pensado. —Xinguno de nosotros discute vuestros planes—respondió Santacruz—. pero os voy a decir quesi yo fuese el jefe de este escuadrón me lanzaríade una vez a la pelea y no gastaría mi tiempo engestiones inútiles. Vos mejor que nadie sabéiscuan dura ha sido la resistencia de esta sé hasta cuando vamos a estar sufriendo tra- — 156 —. bajos y penalidades sin recompensa alguna. Espreferible terminar de una vez, pase lo que pase. —Además —prosiguió diciendo—, dudo mu-cho que vuestro plan tenga el resultado que espe-ráis, pues Sorocaima, como vos mismo lo habéiscomprobado, no es el hombre que se somete debuenas a primeras, y Conopoima, que ha queda-do al frente de la tribu, es también un indioorgulloso y valiente, fiero de su rango de caci-que, que preferirá morir en la lucha antes queentregarse en nuestras manos. —Eso está por verse —replicó Garci-Gonzá-lez—. Es posible que tengáis razón, pero nada sepierde con intentar lo que me he propuesto. Comojefe debo ser prudente y agotar todos los mediosde concialiación. Si fracaso en ello no quedaráotra alternativa que lanzarnos de inmediato alataque y esperar confiado en Dios. —Tomad en cuenta Garci-González —dijo porúltimo Santacruz— la triste experiencia de JuanRodríguez Suárez. Creyendo ciegamente en lasimulada


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