La Mujer . I 14 LA MUJER. Album de las Familias LA CARA DEL MUERTO. E separé de su lado, pero no salí de lacasa inmediatamente. Entré á un apo-sento vecino y traté de recoger misideas, pues, como ya dije antes, aque-lla visión era para mí más horrible que para Claudio Me dá vergüenza confesar que lavi; sería quizás que la agitación deClaudio me impresionó, que despertóen mí un fondo de credulidad que existeen mi organismo V Bxplíquelo el quepueda, cienLilieaniente. ¿Pero por qué esa visión, al con-densarse y salir de la nada, como la forma de una caraque yo conocía? ¿Por qué esas facciones que


La Mujer . I 14 LA MUJER. Album de las Familias LA CARA DEL MUERTO. E separé de su lado, pero no salí de lacasa inmediatamente. Entré á un apo-sento vecino y traté de recoger misideas, pues, como ya dije antes, aque-lla visión era para mí más horrible que para Claudio Me dá vergüenza confesar que lavi; sería quizás que la agitación deClaudio me impresionó, que despertóen mí un fondo de credulidad que existeen mi organismo V Bxplíquelo el quepueda, cienLilieaniente. ¿Pero por qué esa visión, al con-densarse y salir de la nada, como la forma de una caraque yo conocía? ¿Por qué esas facciones que revelabanla agonía de la muerte eran idénticas á las de mi hermanoEstéban? Porque era la cara de Estéban la que Claudio yyo creíamos ver. Como entre sueños salí de la casa, y obedeciendo ámi hermano, me dirigí al fin al alojamiento de Judit. Allíme dijeron que estaba en su dormitorio, y que había dadoórden de que nadie la llamara. Me alegré; aquello me dabatiempo para considerar la posición en que nos encontrá-bamos. Inmedi


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