La Mujer . Por supuesto que las mujeres, hijos y muchachón,—y aún sospecha que los canes, —acompañaron en laempinadora empresa al Rengo y al Motoso, por lo quese quedaron todos dormidos como (si es quelas trancas se duermen). Y es de advertir que con la mamuncia aquella no-che se había hecho un despilfarro atroz, prendiendo uncabo de vela que se guardaba para las grandes oca-siones, y que la mujer del ^engo conservaba desde laúltima parició Sebo corrido que daba sus últimas llamaradas cuan-do la docena del fraile, sin exceptuar los canes, ron-caban como niara de chanchos. \


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