Maria (memorias de una huérfana) . naeion se levantará un dia majestuosa y grande, y estenderásus brazos de gigante del Oriente al Occidente. La nación está apurando ya la dolorosa crisis de una enferme-dad que cuenta ya trescientos años. La nación va ganando palmo á palmo sus libertades. La nación vierte sin cesar sangre y oro. Ella arribará. La ilustración, la civilización, el progreso, la conquista de todaslas reformas necesarias nos aportarán á nuestro destino, y tal vezno muy tarde. IV. Pero es verdad: este no es el lugar donde debe estamparse laque he dicho anteriormente. 310 No


Maria (memorias de una huérfana) . naeion se levantará un dia majestuosa y grande, y estenderásus brazos de gigante del Oriente al Occidente. La nación está apurando ya la dolorosa crisis de una enferme-dad que cuenta ya trescientos años. La nación va ganando palmo á palmo sus libertades. La nación vierte sin cesar sangre y oro. Ella arribará. La ilustración, la civilización, el progreso, la conquista de todaslas reformas necesarias nos aportarán á nuestro destino, y tal vezno muy tarde. IV. Pero es verdad: este no es el lugar donde debe estamparse laque he dicho anteriormente. 310 No hay espacio. Si encuentro un impresor que quiera imprimir mi libre pensa-miento, yo os escribiré antes de mucho un libro. Entre tanto, corto aquí este estraño capítulo que se ha escapadode mi pluma indiscreta, que pudo mas que yo. Suponed que no se ha escrito. Cortadle. Perdonadme las páginas de novela que os he úo pues con el firme propósito de no volver á ocuparmeen esta novela de la polí CAPITULO XXIII. LOS DOS HERMANOS. I. Al otro dia se levantaron todos nuestros personajes, liarto pálidosy liarto preocupados. La resolución definitiva de la suerte de cada uno se del almuerzo, María se alejó por el jardin con Clotilde.—Y bien, hermana, la dijo: he tomado una resolución decisiva.—Sí, ja lo veo, contestó tristemente Clotilde: te casas.—Sí. —¿Te sacrificas? —No de una parte: de otra sí. —No te comprendo: tu respuesta puede ser completamente me-tafísica, dijo Clotilde: puede querer decir que no te parece un sacri-ficio el sacrificarte por Alfonsina, al mismo tiempo que puede serpara tí un sacrificio inmenso el casarte con el marqués. —No, no es eso: mi respuesta nada tiene de metafórica. Luis mees de todo punto indiferente: he comprendido que me he engañadocompletamente por las apariencias, de una parte; por un sentimientofalso, de la otra: ni Luis era lo que jo creia, ni lo quejo sentía porL


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