Anales . able también que no sepa estimar siempre la bondady la consideración, sino que considere éstas como debilidad y que,por consiguiente, las menosprecie en lugar de mostrar no serán pocos los defectos del indígena referido eneste sentido, y, sin embargo, dada la historia de su pasado, duranteel cual casi nunca se ha tratado de favorecerlo, es de admirarseque no haya degenerado por completo, sino que, por lo contrario,en sentido moral, está muy lejos de ser lo peor que hay hoy día enla República. Por tanto, no hay que formar la opinión errónea deque ya no sería posibl


Anales . able también que no sepa estimar siempre la bondady la consideración, sino que considere éstas como debilidad y que,por consiguiente, las menosprecie en lugar de mostrar no serán pocos los defectos del indígena referido eneste sentido, y, sin embargo, dada la historia de su pasado, duranteel cual casi nunca se ha tratado de favorecerlo, es de admirarseque no haya degenerado por completo, sino que, por lo contrario,en sentido moral, está muy lejos de ser lo peor que hay hoy día enla República. Por tanto, no hay que formar la opinión errónea deque ya no sería posible emancipar al otomí en bien de la socie-dad general; será difícil, sí, por tratarse de un pueblo estancadoy de constitución ética primitiva, pero no es imposible. 1 Sahagún, obra citada, tomo III, pp. 126 y 128 LAS CAMPAÑAS DEMÓRELOS, POR EL LIC. ALBERTO LOMBARDO. i habato presentado al concurso histórico-literario abierto por el mljseq nacionaldf Arqueología, Historia y Etnologí CAPITULO Veladero. ¿Conocen ustedes, lectores, el país donde crecen el plátano yel cocotero? ¿donde la frondosa vegetación forma un techo impene-trable en las noches á la luz difusa de la atmósfera? ¿el país de laverde alfombra sobre la que el viento ama juguetear? ¿el país delos animales salvajes que amedrentan á ganados y á pastores? ¿lacomarca de maderas ricas, de perfumes que embriagan, de pája-ros que elevan sus cantos al cielo, y de hombres, hijos de aquellasselvas, que no tienen más ley que su machete al lado? Tales sonlas inmediaciones de Acapulco. En ellas, á principios de 1811, sehallaba acampado un Ejército. La ciudad se distinguía á lo lejos;el mar extendíase hacia la izquierda, con ese oleaje manso y jugue-tón de las bahías cerradas; los bosques y montañas llenaban losotros lugares del paisaje, y sobre una de tantas eminencias apare-cía un conjunto de pequeñas tiendas de campaña. Una roca colo-cada cerca de ellas enarbolaba una ban


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