La Mujer . cuenta delos — Como muebles he puesto á nuestros — «Señores diputados: no siempi e la- mayorías incons-cientes forman la ley en las democracias sensatas!...»—Aquí otra lluvia de Ah, señora doña Mi-caela, ¿cómo lo pasa? ¿No ha estado usted en la Cá-mara? —Señor: j^o soy modista. —No le hace. Es una pésima costumbre la de nues-tro país no yendo las señoras á la barra. Cuanto hu-bieras gozado, esposa mía, con el triunfo de tu espo-so!—«¡Abajo, señor presidente, la anarquía!... .Abajola demagogia!...» Hurras. vivas v hasta Bis, his!...en la barra. ¡Ma


La Mujer . cuenta delos — Como muebles he puesto á nuestros — «Señores diputados: no siempi e la- mayorías incons-cientes forman la ley en las democracias sensatas!...»—Aquí otra lluvia de Ah, señora doña Mi-caela, ¿cómo lo pasa? ¿No ha estado usted en la Cá-mara? —Señor: j^o soy modista. —No le hace. Es una pésima costumbre la de nues-tro país no yendo las señoras á la barra. Cuanto hu-bieras gozado, esposa mía, con el triunfo de tu espo-so!—«¡Abajo, señor presidente, la anarquía!... .Abajola demagogia!...» Hurras. vivas v hasta Bis, his!...en la barra. ¡Manuel, Manuel! Pero ¿donde está este?demonio de mucamo? —Aquí estoy, señor. —Tú no habrás ido? — ¿A dónde, señor? — Has faltado á uno de tus primordiales deberes. — Señor, yo — Pero no has ido?... — Pregúntele usted á la señora. — Ahí Con que has ido?... Entonces habrás visto. — Sí, señor; con mis propios ojos he visto que la. cocinera no sisa. La he visto pagar por dos —Eh?! ¿Qué tienen que ver las corbinas?... — Como usted me dijo que espiara á la cocinera áver si —¡Hipocentauro!..Yo no estoy ahora pa-ra esas ¿entiendes? Mira: ve ála imprenta de ElTaquígrafo y pide quete den pruebas de midiscurio. Ya debe es-tar co;«/>z/£ Ah,oye: de can ino te pa-sas por lo de don Ci-priano, don Hermógenes, don Diego y lafamilia de Vargas, yles dices que los espero á én de camino tepasas por la confiteríadel Gas y les dices queme manden pastelesde üstraí, croquetas,costillas, un par depavos, un jamón cremé y dos ó tres clases de ,Espera, hombre. Cualquiera creería que ibas á la Me-ca. Avísale á Furlotte que me mande para esta nocheun buen /—«Señor presidente: hay que arrojar,con el poderoso impulso de nuestra alma indignada,lejos de nosotros ese acridian » ¡Bravo Bien—prorrumpe la barra.—


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