La Mujer . LA MUJEE. Album de las Familias 14 LA CARA DEL MUERTO II. te quedaré eternamentehas curado y salvado la¿Quieres hacerme un fa- UNQUE procuré manifestarle queno tenía cuidado ninjíuno, susi-tuación no dejaba de le prescribí unrégimen de lo más estricto; no lepermitía comer sino cosas senci-llas, y le prohibí que abusase deltabaco. A los pocos días Claudioera otro; empezó á enj^ordar, per-su palidez y dejó el aire preocupa-do. Sin embargo, se pasaban los días,,y mi hermano no hablaba de regresará Londres. El día ñjado por segundavez para su matrimonio era el 1


La Mujer . LA MUJEE. Album de las Familias 14 LA CARA DEL MUERTO II. te quedaré eternamentehas curado y salvado la¿Quieres hacerme un fa- UNQUE procuré manifestarle queno tenía cuidado ninjíuno, susi-tuación no dejaba de le prescribí unrégimen de lo más estricto; no lepermitía comer sino cosas senci-llas, y le prohibí que abusase deltabaco. A los pocos días Claudioera otro; empezó á enj^ordar, per-su palidez y dejó el aire preocupa-do. Sin embargo, se pasaban los días,,y mi hermano no hablaba de regresará Londres. El día ñjado por segundavez para su matrimonio era el 19, y alverle enteramente curado, pensé que lomejor sería que se casase, pues un mesen el campo al lado de la mujer amadaacabaría de fortalecerle el cerebro com-pletamente. Cada día recibía y escribía cartas de Judit,hasta que el 16 le pregunté qué pensaba hacer con res-pecto al casamiento. —Francisco, me resi)ondió,agradecido, pues creo que mevida, ó por lo menos el juicio,vor másV —¡Lo que quieras!, respondí, haré todo lo que


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