La Mujer . con los estupendos lances acaecidosen los últimos días de la semana anterior! Por íortuna y para bien de todos aúnhay padrinos previsores y de tanprodigiosas condiciones que han podidoevitar, — providencial-mente, se entiende, —la hecatombial matan-za, pues á no ser asítal es la hora en quelas turbias y amarillo-sas aguas del caudalo-so Plata tornadas severían en el humean-te y rojo licor que lla-man sangre. Y que en la tai jor-nada ha habido un tan-tico de milagrosoencan-tamiento no me lo saca nadie del magín,que no es de creer á pies juntillas comocosa natural y verísima es


La Mujer . con los estupendos lances acaecidosen los últimos días de la semana anterior! Por íortuna y para bien de todos aúnhay padrinos previsores y de tanprodigiosas condiciones que han podidoevitar, — providencial-mente, se entiende, —la hecatombial matan-za, pues á no ser asítal es la hora en quelas turbias y amarillo-sas aguas del caudalo-so Plata tornadas severían en el humean-te y rojo licor que lla-man sangre. Y que en la tai jor-nada ha habido un tan-tico de milagrosoencan-tamiento no me lo saca nadie del magín,que no es de creer á pies juntillas comocosa natural y verísima eso de haber jus-ta sin resultar feridos, tanto más cuantoque de los valerosos combatientes,—unoal menos,—se cuentan muchas y denoda-das hazañas en las lides caballerescas deahora medio siglo. Dámelo á pensar lo del milagro incó-lume aquellos rumores de preparativoscapaces de parar de punta los pelos deun calvo (antes de serlo), después de lospasos dados por S. E. á fin de evitar los.


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