España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . 77 tí CAPITULO XTX Albarracín. NTRE ásperas montañas, yace oculta alsudoeste de la provincia una poblaciónque más bien que de ciudad merece aho-ra el nombre de aldea, y mereció un tiem-po el de castillo, sobre cuyas derruidasalmenas tremola siempre la cruz episco-pal. Un río sirve de foso á la pequeñaAlbarracín, de pedestal una escarpadaroca, de muro al par y de horizonte unacordillera de peñas que se defienden porsí mismas: y apenas se comprende de qué pudo aprovechar enaquella soledad su fortaleza, cómo se extendió desde aquel rin-có


España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . 77 tí CAPITULO XTX Albarracín. NTRE ásperas montañas, yace oculta alsudoeste de la provincia una poblaciónque más bien que de ciudad merece aho-ra el nombre de aldea, y mereció un tiem-po el de castillo, sobre cuyas derruidasalmenas tremola siempre la cruz episco-pal. Un río sirve de foso á la pequeñaAlbarracín, de pedestal una escarpadaroca, de muro al par y de horizonte unacordillera de peñas que se defienden porsí mismas: y apenas se comprende de qué pudo aprovechar enaquella soledad su fortaleza, cómo se extendió desde aquel rin-cón su nombradía. A su posesión anduvo en todos tiempos vin-culado un notable poderío; su aislamiento le aseguraba laindependencia: era un nido de águilas acechando la llanura. La posterior celebridad de Albarracín y algunas lápidas ro-manas halladas en su territorio excitaron á derivar su origen dealguna de las ciudades que poblaban las asperezas de la libreCeltiberia; pero las investigaciones de los anticuarios han desva- 6l2 ARAGÓN necido una por una sus preten


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