España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . otado íntegra de una sola cabeza; y aque-llas sucesivas obras sin plan, reguladas por los fondos de fábrica,ó debidas al capricho y generosidad de opulentos bienhechores,diríase que caminaron desde el principio á su término de ahoraMácese poco creíble que los primeros fundadores hubieran re-suelto encerrar definitivamente en tan estrechos límites la sedemetropolitana, ilustre además por las coronaciones de reyes yasambleas de cortes, y que un prelado se hubiese animado áaumentar sus naves, sin contar como por presentimiento con 1otro q


España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . otado íntegra de una sola cabeza; y aque-llas sucesivas obras sin plan, reguladas por los fondos de fábrica,ó debidas al capricho y generosidad de opulentos bienhechores,diríase que caminaron desde el principio á su término de ahoraMácese poco creíble que los primeros fundadores hubieran re-suelto encerrar definitivamente en tan estrechos límites la sedemetropolitana, ilustre además por las coronaciones de reyes yasambleas de cortes, y que un prelado se hubiese animado áaumentar sus naves, sin contar como por presentimiento con 1otro que las prolongara luego en la debida proporción. No me-nores dudas que la unidad de la distribución ofrece la arquitec-tura con su uniforme carácter del siglo xvi: las veinte columnas 1que á cinco por fila sostienen sus cinco naves, aunque se com-ponen de un grupo de ocho columnitas divididas por medias,cañas cóncavas, )? la mitad con aristas, no conservan sino unúltimo destello de gótico; sus basas de hermoso mármol amari- ZARAGOZA. 1 N r ?: K I o 1< D F. LA S i: o 436 ARAGÓN lio descansan sobre modernos pedestales de idéntica materia,dentellados abacos asoman )a sobre sus capiteles de gentilfollaje, ) muchas llevan arriba cuatro escudos de armas sosteni-dos por ángeles ó animales. La aguda y esbelta ojiva de losarcos pertenece á los mejores tiempos; y con todo es imposibleseparar su época de la de los adornos de crucería, nacidos alparecer con su techo más bien que incrustados, y esmaltados enel centro de las arcadas con grandes rosetones de exquisito tra-bajo. Iguales son entre sí las columnas; igual la crucería de lasarcadas, aunque con alguna mayor sencillez en las más antiguas;iguales también las naves, y apenas la del centro excede á suscompañeras en imperceptible ventaja de anchura y de altura,distinguida á lo largo de sus muros con escudos y leones casiocultos en la sombra de los arcos. No sólo engrandecido sinoreformado el templ


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