La literatura española; resumen de historia crítica . a. Europa se dividió en dos campos: el católico y el ña formó unánimemente en el primero, pues nada significancontra el común sentir nacional algunos indivi-duos, aunque insignes, como Valdés y Servet. Espueril atribuir a la Inquisición este fenómeno his-tórico, pues lo contrario es lo cierto: que la In-quisición fué uno de sus efectos. España repugnóel protestantismo. Y esta repugnancia colectiva sereflejó, como es lógico, en nuestras letras, cons-tituyendo su primer carácter distintivo. El aire me parece que corrompo, escr
La literatura española; resumen de historia crítica . a. Europa se dividió en dos campos: el católico y el ña formó unánimemente en el primero, pues nada significancontra el común sentir nacional algunos indivi-duos, aunque insignes, como Valdés y Servet. Espueril atribuir a la Inquisición este fenómeno his-tórico, pues lo contrario es lo cierto: que la In-quisición fué uno de sus efectos. España repugnóel protestantismo. Y esta repugnancia colectiva sereflejó, como es lógico, en nuestras letras, cons-tituyendo su primer carácter distintivo. El aire me parece que corrompo, escribíaDiego Núñez de Alba, en tratar de tan perversacriatura (Martín Lutero), ij que la boca me ensucioen nombrarla (1). Y Lope de Vega pone en labiosMartín Lutero. de El Valiente Céspedes: Siglo XVI. (1483-1546) Facsímil de un grabado en cobrede la é: H. Fondires. (1) Diálogos de la vida del soldado. Miguel Servet. (1509-1598)Facsímil de un grabado en cobrede C. V. Siciien, siglo XVII. — Bi-blioteca 49 Salcedo. — La Literatura española. — Tomo //. SALCEDO - LA LITERATURA ESPAÑOLA - TOMO II ¡Y vive Dios, Don Hugo, que en liallandoHereje donde pueda sacudille,Destos que no se quitan el sombreroAl Pan a quien los ángeles se humillan,Que le ponga las piernas como a teroPara que siempre de rodillas quede! Hasta los tratadistas militares, como D. Simón de Villalobos en su Modode pelear a la gineta, escribe en el prólogo de su libro: Hagamos diligen-cia para que en nuestro oficio, matando e hiriendo, enderecemos nuestrasacciones a hacer esto en defensa de la fe de Nuestro Señor Jesucristo, paraque con su favor y en su servicio, a lanzadas y cuchilladas ganemos elCielo. Amén. Tal es el sentir común de nuestros literatos en el Siglo de oro, másintenso a medida que corría el tiempo. Una prueba decisiva de que El La-zarillo de Tormes no es de D. Bernardino de Mendoza, sino más antiguo,la dan sus sarcasmos contra los exp
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