América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . re-W cer manchadas de sangre, la Fittonia gigantea, las Aquirantes y las Begonias salpicaban consus brillantísimas maculaturas la humilde multitud de las criptógamas. Allí, en medio de esta naturaleza espléndida, dimos fin á la larga jornada: el terreno setrasformó pronto en desigual; las rocas estratificadas se sobreponían unas á otras en forma 58o AMÉRICA PINTORESCA de escalones y un pequeño arroyo bullia á nuestros pies. Eran las cinco y media, cuando alrevolver de la senda desembocábamos frent


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . re-W cer manchadas de sangre, la Fittonia gigantea, las Aquirantes y las Begonias salpicaban consus brillantísimas maculaturas la humilde multitud de las criptógamas. Allí, en medio de esta naturaleza espléndida, dimos fin á la larga jornada: el terreno setrasformó pronto en desigual; las rocas estratificadas se sobreponían unas á otras en forma 58o AMÉRICA PINTORESCA de escalones y un pequeño arroyo bullia á nuestros pies. Eran las cinco y media, cuando alrevolver de la senda desembocábamos frente á la salina de Upin. La mina de sal gema de Upin, de propiedad del Estado, se halla situada á la orilla iz-quierda del rio que le da nombre. Traia una recomendación para su director, señor González,funcionario complaciente, que nos recibió con la mayor finura, apresurándose á recogernos ydarnos de comer. Bien lo necesitábamos, á fe mia. Por efecto de la lluvia, llevábamos la ropapegada al cuerpo y no habia que olvidar que nos encontrábamos en un país azotado por las. ^jlina de Upin: el banco de sal y la canal calenturas. Pronto se encendió una gran hoguera, y en tanto que se ponian á secar los abri-gos y se preparaba la comida, manifesté deseos de visitar la salina. El señor González se pres-tó á hacernos los honores de aquella explotación, asaz pobre por cierto, y que revela en todasu desnudez la incuria y la miseria de la administración pública. la casa— ó por mejor decir cabana—que habita el director, la cual domina algunasconstrucciones diseminadas, tales como los alojamientos de los trabajadores, varios cobertizosy la tienda del pesaje, se baja por un terreno muy rocalloso hasta la orilla derecha del rio, elcual se franquea por medio de un puente, que tiene más de pintoresco que de seguro. Desdeallí, apenas habíamos andado algunas docenas de metros, se nos apareció la salina en unaescotadura de la pendiente. La historia


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