La Mujer . o superior y no había quisqueque llegada la hora del juego dejara dellevar los bolsillos repletos de los consa-bidos pomos. Y qué pomos algunos!... Qué dimensio-nes y qué olores tan singulares!... Y á una y á otra cosa se debe la tanfamosa ordenanza de entonces y que últi-mamente se repitió en que se decía: «Los pomos no podrán tener si no taldiámetro, de largo tantas pulgadas nopudiendo ser el chorro sino de tal espe-sor,^ lo cual se prestó á innumerableschuscadas sobre el grueso, el largo y ejchorro. Resultó por lo tanto que aquel elegante yhasta aristocrático juego del pomo Gozne


La Mujer . o superior y no había quisqueque llegada la hora del juego dejara dellevar los bolsillos repletos de los consa-bidos pomos. Y qué pomos algunos!... Qué dimensio-nes y qué olores tan singulares!... Y á una y á otra cosa se debe la tanfamosa ordenanza de entonces y que últi-mamente se repitió en que se decía: «Los pomos no podrán tener si no taldiámetro, de largo tantas pulgadas nopudiendo ser el chorro sino de tal espe-sor,^ lo cual se prestó á innumerableschuscadas sobre el grueso, el largo y ejchorro. Resultó por lo tanto que aquel elegante yhasta aristocrático juego del pomo Goznelllegitimo; aquellos efluvios, aquel deliciosoperfume que hizo de nuestro primitivocorso el más encantador de todos los cor-sos, vino degenerando en pomos de mar-cas tales que ya en 1888 y aun antes seprohibió severisimamente su uso. Luego no es nueva la prohibición y losfabricantes, que tanto esfuerzo han hechoporque se introdujera este año, ya debe-rían estar acostumbrados. Marmitó Centro Navarro ALBUM-REVISTA «LA MUJER»


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