. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. ones de la mu-chedumbre, dirigiéndose á Cadalso, donde se proponíanpasar la noche. De aquel día y de aquel acto, arranca el derecho deD.^ Isabel al trono que había de ocupar más tarde. Para todos fué promesa de prosperidad la esperanzade llegar á ser gobernados por tan sabia y virtuosa prin-cesa; y ella, sin halago de la vanidad, pero sí con la satis-facción de ver cómo sus ensueños realizábanse, pensaba: —Ahora, á más de mi corazón, puedo ofrecer á D. Fer-nando un trono. (I) Para comprender hasta
. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. ones de la mu-chedumbre, dirigiéndose á Cadalso, donde se proponíanpasar la noche. De aquel día y de aquel acto, arranca el derecho deD.^ Isabel al trono que había de ocupar más tarde. Para todos fué promesa de prosperidad la esperanzade llegar á ser gobernados por tan sabia y virtuosa prin-cesa; y ella, sin halago de la vanidad, pero sí con la satis-facción de ver cómo sus ensueños realizábanse, pensaba: —Ahora, á más de mi corazón, puedo ofrecer á D. Fer-nando un trono. (I) Para comprender hasta qué punto D. Enrique, con debilidad vergon*zoBa, firmó su propia ignominia, léase el siguiente fragmento del conveniocon los confederados, copiado al pié de la letra del texto original: «ítem más:por cuanto al dicho señor rey et comunmente en estos reinos et señoríos espúblico et manifiesto que la reina D.^ Juana non ha usado limpiamente de supersona, como cumple á la honra de dicho señor rey nin ; (N. del A.) CAPÍTULO XXIIEl prestigio de la hermosura. UN antes de que se celebrara, cundió por to-das partes la noticia del pacto de D. Enri-que con los confederados de la liga, á lomenos en su parte esencial, ó sea el reco-I -w^^^^ nocimiento de D.^ Isabel como heredera del trono, llegando también la nueva á la fortaleza de Alae-jos, donde se hallaba recluida la reina D. Juana, en po-der del arzobispo de Sevilla. Fácil es de comprender el efecto que la noticia produ-jo en la esposa de D. Enrique. Con el tal convenio quedaban ella deshonrada y su hijasin trono. Desconfiando délas veleidades del carácter de la reina,aunque con gran consideración, sus amigos tenianla co-mo prisionera, temerosos de que cometiese alguna ligere-za perjudicial á sus defensores y á ella misma. Ni aun le permitían tener á su lado á su hija, que esta-ba en Buitrago en poder de los Mendozas; y el arzobispo 2-2 170 A. CONTRERAS de Sevilla tomó sobre s
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