España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . de los valles,encúmbrase en los aéreos picos aspirando á supatria verdadera, lee en las fugaces corrienteslo pasajero de la vida, oye la voz del Altísimoen la voz de las cataratas. Donde quiera la naturaleza presentaalgo de admirable, de excepcional, de grandioso en cualquiersentido, allí por religioso instinto veréis surgir un río, aunque humilde, despeñado á terrible altura, asombrosaspetrificaciones producidas por sus aguas y que le han dado nom-bre, bastaban para atraer á Piedra á los austeros cistercienses, ytrocar s


España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . de los valles,encúmbrase en los aéreos picos aspirando á supatria verdadera, lee en las fugaces corrienteslo pasajero de la vida, oye la voz del Altísimoen la voz de las cataratas. Donde quiera la naturaleza presentaalgo de admirable, de excepcional, de grandioso en cualquiersentido, allí por religioso instinto veréis surgir un río, aunque humilde, despeñado á terrible altura, asombrosaspetrificaciones producidas por sus aguas y que le han dado nom-bre, bastaban para atraer á Piedra á los austeros cistercienses, ytrocar sus desmontadas asperezas en majestuosa abadía: mas nofué éste sin embargo el primitivo asiento de la colonia que Pedro 572 ARAGÓN abad de Poblet envió á Aragón en 1164 bajo la dirección deGaufrido. Algunos meses permanecieron los doce monjes en ellugar de Peralejos comarcano de Teruel, y veintidós años en elinmediato solar de Piedra Vieja, donde el fundador terminó susdías. A los pocos años los barones y las damas de los contornos. Monas i i rio d \lSTA (lENERAL legaban sus bienes al nuevo monasterio (i); el monarca le con-cedía absoluta jurisdicción sobre varios lugares, y facultad parapoblarlos de cristianos ó de sarracenos (2); y Piedra se erigió (i) Entre algunos destrozados restos del archivo del monasterio hallamos eltestamento de una Florencia de Calatayud otorgado á i 5 de las calendas de Marzode la era i 265 (i 227), en que nombra herederos á los monjes de Piedra, legán-doles sus viñas de Asina, moría y de Ribota, una tienda cuyos productos destinabaa proveerles de calzado, otra cuyos alquileres habían de invertirse en sustentar-les espléndida y abundamente de pan, vino y peces en el aniversario de la muertede la testadora, y hasta su cama para la enfermería del convento. En cambio sereservaba todo lo necesario para el sustento durante su vida, con obligación im-puesta al abad de socorrerla según su estado. (2) Entre el cúmulo de


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