La Mujer . y di-cho sea en criollo^es la de ser algoatrjpellador. Y^ la segunda lade ser lírico ó so-ñador en un fin desiglo realista ó posi-tivista . . Práctico^en ima palabia. Don Bartíjlo arremete como el héroe deCervantes á empresas enormes y después ...Salga lo que saliere se queda tan tianquilocontemplando las espirales de su famoso ciga-rro como si soñara con la buena-venturanzaeterna. Dígalo lo del Paraguay. Y lo de la Verde. Y lo la traducción del Dante! esla atropellada Como la de los bata-nes del célebre manchego! Lo que no obsta para que las haya tenidoacertada


La Mujer . y di-cho sea en criollo^es la de ser algoatrjpellador. Y^ la segunda lade ser lírico ó so-ñador en un fin desiglo realista ó posi-tivista . . Práctico^en ima palabia. Don Bartíjlo arremete como el héroe deCervantes á empresas enormes y después ...Salga lo que saliere se queda tan tianquilocontemplando las espirales de su famoso ciga-rro como si soñara con la buena-venturanzaeterna. Dígalo lo del Paraguay. Y lo de la Verde. Y lo la traducción del Dante! esla atropellada Como la de los bata-nes del célebre manchego! Lo que no obsta para que las haya tenidoacertadas ó le hayan salido bien algunas ycuando nó: — «Don Bartolo se parece á las ])elotas degoma que cuanto más fuerte reciben el golpemás alto se levantan,— como de él dijo NicolásCalvo. Oh. en eso de frases nadie como Don P)ar-tolo. No sé si fué asi que exclamó cuando un cascode granada frió le rozó la frente: —Dejadme morir en pié como los antiguosromanos. ¡Es mi estrella!. í >.? Y su estrella fué que no murió ni de pié niacostado, que aún vive Don Bartolo para hon-ra y provecho de nuestra república. Otra vez ... De esto hace ya mucho tiempo. Provincianos y porteños no se querían bieny no se querían bien por aquello del localismoy lo otro de la preponderancia ahsorvente, \. _^ Don Bartolo representaba á los segundos. Don Justo José quería representar á los pri-meros. Seiba á dar la ba-talla que trajo porresultados despuésla célebre L uida dNacional, Don Bartolo sehallaba en su tien-da de cami)añacuando entró suhermano Emilio, der e s [) e ta da m e m o ri a. —Ché, Bartolo,-le dijo con aquellafranqueza caracte-rística en él,— ¿sa-bes que nos estánpor invadirlos bár-baros del sud? Y dicen que DonBartolo le contestó:— Xo les tengasmiedo, hermano, álos del Sur sinó álos bárbaros delnorte, — señalandotierra adentro. Por qué hdrhar. slo diría? ¿Se cumpliría lal»redicción? Yo no lo sé; pe-ro la verdad es q


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