Anales . udaba que éste procurara engañar al pueblo con elobjeto de «levantarse con todo.» Que el Cura Hidalgo se había apoderado de todo el mando, loque había sido causa de muchos males, como asesinatos, ocupa-ciones de caudales y otros delitos de que era autor el mismo Hi-dalgo. Por estas confesiones se vé que dicho Caudillo no tan sólo semanifestó inconsecuente é indiscreto, echando sobre el Cura Hi-dalgo toda la responsabilidad de los trastornos causados pol-la insurrección, sino que quiso esquivar para su propio individuo laculpabilidad que directamente le correspondía. En suma, el Genera


Anales . udaba que éste procurara engañar al pueblo con elobjeto de «levantarse con todo.» Que el Cura Hidalgo se había apoderado de todo el mando, loque había sido causa de muchos males, como asesinatos, ocupa-ciones de caudales y otros delitos de que era autor el mismo Hi-dalgo. Por estas confesiones se vé que dicho Caudillo no tan sólo semanifestó inconsecuente é indiscreto, echando sobre el Cura Hi-dalgo toda la responsabilidad de los trastornos causados pol-la insurrección, sino que quiso esquivar para su propio individuo laculpabilidad que directamente le correspondía. En suma, el Generalísimo Allende procuró aparecer como elhombre más bien intencionado, más íntegro y más amigo del or-den y la moralidad, y sin embargo, se vio obligado á confesar quecasi siempre obraba como una máquina movida por los jefes dela insurrección, particularmente por Hidalgo y Rayón, que habíanabusado de su buena fé, haciéndole firmar papeles que él noleía. T. III. Lamina D. Ignacio Allende 401 D. Ignacio Allende, después de rendir sus primeras declara-ciones, se ocupaba de practicar ejercicios espirituales bajo la di-rección del Rev. P. é María Rojas, y como varias veces ha-bía tenido serios altercados con el juez de su causa, D. Ángel Abe-lla, recusó á éste, á fin de disfrutar de la quietud necesaria en «/osejercicios insinuados,» según dijo al solicitar esa recusación. Había pedido también ampliar sus declaraciones, pero mani-festó que no le era posible absolver los puntos de su solicitud,sin que precediera la declaración de los que tenía pendientes conel P. é María Rojas. Desde este incidente encontramos que el Generalísimo Allendeya no obra por voluntad propia, ya no se enfrenta á disputar conel juez Abella, ya no se defiende por sí mismo, sino que necesitaconsultar á su director espiritual. ¿Qué pasaba en esto? Induda-blemente lo mismo que había pasado con D. Ignacio Aldama ycon otros insurgentes,


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