América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . dón, se los deja caer por delante y por detrás. Suele tener un metro cuarenta centímetrosd-e largo por treinta y cinco centímetros de ancho en el medio y cuarenta y cinco en los ex- EXPLORACIÓN DEL OYAPOCK Y DEL PARÚ l6l tremos: es de algodón blanco y tiene un dibujo de rayas negras que forman arabescos, y fran-jas que cuelgan de las cuatro puntas. Obtiénese esta coloración con una infusión hecha conlas hojas de un bejuco en la cual se empapan las hebras de algodón antes de tejerlas. Laperfección


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . dón, se los deja caer por delante y por detrás. Suele tener un metro cuarenta centímetrosd-e largo por treinta y cinco centímetros de ancho en el medio y cuarenta y cinco en los ex- EXPLORACIÓN DEL OYAPOCK Y DEL PARÚ l6l tremos: es de algodón blanco y tiene un dibujo de rayas negras que forman arabescos, y fran-jas que cuelgan de las cuatro puntas. Obtiénese esta coloración con una infusión hecha conlas hojas de un bejuco en la cual se empapan las hebras de algodón antes de tejerlas. Laperfección de este tejido, ejecutado por gente absolutamente salvaje, no desmerece de lostrabajos fabricados en nuestros talleres. A las nueve, y después de haber recorrido una distancia total de diez mil pasos, llegamosá la vivienda del tamuchy Tapiira, en la cual hay unos veinte habitantes. El capitán JuanLuis nos habia dicho que encontraríamos aquí hombres que nos encaminarían al nacimientodel Ruapir y nos conducirían hasta el país de los rucuyos, pero los indios que vemos nos di-. Navegacion por el Ruapir cen que no hay canoas en el desembarcadero, y que por consiguiente es inútil ir hasta allí puestoque nos seria imposible bajar por este rio. Aquellas buenas gentes creían que bastarían estosargumentos para hacernos volver al Oyapock, pero les dije que si no querían guiarnos al Rua-pir, iríamos á pesar de todo y saldríamos de su aldea sin darles cuchillos. Por último, despuésde deliberar largo tiempo, cinco de ellos se deciden á acompañarme á un sitio donde encon-traremos árboles cuya corteza es fácil de desprender, y uno de ellos confiesa que sabe hacerpiraguas de corteza. Paso la tarde recorriendo las cabanas para acopiar víveres, costándome mucho trabajoreunir un poco de cazabe, plátanos, maíz y alguna cantidad de carne ahumada de mono. Pordesgracia no me secundan mis negros que pasan el tiempo disputando por la comida. Stuartse enfurruña co


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