. España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . rta distancia y cuyas cumbres se apartan hastacuatro leguas, y el doble las que corren al Sudeste: de modoque la cuenca de Pamplona está ceñida por una triple corona demontañas. Partiendo del San Cristóbal—otro magnífico obser-vatorio hoy por las obras de fortificación que á él facilitan lasubida;—y siguiendo á la derecha, encontramos el pueblo deOsacar: luego el alto de Sarata, y más cerca los de Irurzun yOchovi, y las Dos Hermanas como escalonándose; luego elpueblo de Anoz en la sierra de Andía; y en seguida los deAsiain, Belascoai


. España, sus monumentos y artes, su naturaleza e historia . rta distancia y cuyas cumbres se apartan hastacuatro leguas, y el doble las que corren al Sudeste: de modoque la cuenca de Pamplona está ceñida por una triple corona demontañas. Partiendo del San Cristóbal—otro magnífico obser-vatorio hoy por las obras de fortificación que á él facilitan lasubida;—y siguiendo á la derecha, encontramos el pueblo deOsacar: luego el alto de Sarata, y más cerca los de Irurzun yOchovi, y las Dos Hermanas como escalonándose; luego elpueblo de Anoz en la sierra de Andía; y en seguida los deAsiain, Belascoain y Gazolaz, y más cerca de nosotros el altodel Portillo y el del Perdón; á su izquierda el Boquete de Sali-nas y la sierra de Alaiz, dominada á su espalda por la Iga deMonreal; viene luego el pueblo de Tajonar, detrás del cual aso-ma el monte de Tabar. Siguen á éstos los de Labiano, Sarrigu-ren, el Boquete de Ardanaz y los pueblos de Eransus é Ibiricu,dominados por los montes de Miravalles y Oricain, cerrando elcerco Maquirriain.». CAPITULO XXI Virtud expansiva de la raza navarra: sus guerras exteriores; sus empresas en Francia, Los Tardevenidos y las Grandes Compañías -^Vocos dramas registra la turbulenta historia de la Edad^JL - media que se igualen en horror y en interés con los ocu-rridos por las colisiones políticas en que fueron actores los na-varros. La Providencia en sus ocultos designios condujo á éstosá sostener sangrientas luchas, extraordinarias y épicas á veces,lejos de su patria, y ellos se condujeron siempre como héé el siglo xiv la época trágica por excelencia, y á darle tansiniestro aspecto contribuyeron principalmente las perfidias delos príncipes, ya sólo atentos á su engrandecimiento y á consti-tuir poderosos Estados, con absoluto olvido del bien general dela Cristiandad. Nada pinta mejor las corrompidas costumbres deese siglo xiv que los tratos que entre sí estipulaban los monarcas:tratos de continuo reno


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