La Mujer . reerlo, —me decía ayer uno detantos que han hecho comidilla del escan-daloso suceso;—pero sospecho que se meha robado la plata. —Por qué? — Claro: se me ofreció un espectáculointeresante por lo sangriento y ni siquieraha concluido á capazos, como concluyenlos saínetes. Y añadió otro: —Algo así como el parto de los montesde que nos hablan los clásicos. Mientras, una modista francesa muy demoda en las altas esferas de nuestra higUfe, añadió, frunciendo la boquita desde- ñosamente y encojiéndose de hombros: —Y, digan, ¿por qué ha sido tanto ca-careo como si se tratara de gallina pri-me


La Mujer . reerlo, —me decía ayer uno detantos que han hecho comidilla del escan-daloso suceso;—pero sospecho que se meha robado la plata. —Por qué? — Claro: se me ofreció un espectáculointeresante por lo sangriento y ni siquieraha concluido á capazos, como concluyenlos saínetes. Y añadió otro: —Algo así como el parto de los montesde que nos hablan los clásicos. Mientras, una modista francesa muy demoda en las altas esferas de nuestra higUfe, añadió, frunciendo la boquita desde- ñosamente y encojiéndose de hombros: —Y, digan, ¿por qué ha sido tanto ca-careo como si se tratara de gallina pri-meriza? —Son cosas del fuero interno, señora,que no debe traslucir la exterioridad. Se-cretos . —¿A voces?... Vaya con los secretosque todo el mundo — —Tanco ruido para tan pocas si nosotras hablá Y se siguen diciendo tmas cosas!... va-mos, que no son para contadas en LaMujer. Vaya usted á taparle la boca á la maledicencia! LA PREFERIDA JULIETA Oh, noche, ven á mí! Trae á Romeo noche querida y triste;virffen sagrada de la frente negra que ya juntos nos viste!Oh, noche, ven íl mí! rrae á Romeo R. de tu niebla fríaluz y calor ser;\!... Que su presencia haga la noche fría!...Oh, noche, ven á mí!... trae A Romeo! y entre tu densa brumacomo lá nievo brillará, del cuervo sobre la negra , noche, ven :\ mi!... trae á Romeo! y su ceniza fría,cuando lleg:ue a morir, dispersa en astros, te alumbre como el día! G. S. CANTO SLAVO Mirando los tumbos de la ola bravia, la niña decía:—Hay alg:o más vasto que el vasto océ algo querido aún más que el hermano? ha} algo más dulce quizá que la miel?Un pez le responde, saliendo á la orilla: —Oh. niña sencilla!El cielo es más vasto que el vasto océano,se quiere al amante aun más que al hermano, y un beso es mñs dulce que toda la miel. M. M. F. ALBUM-REVISTA


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