La literatura española; resumen de historia crítica . el camino abier-to por él, y que varios se le ade-lantaron, mejorando y perfeccio-nando su obra en algunos de susaspectos. En cambio, Calderón era el último de la serie de los grandesdramáticos del Siglo de oro; después de él no había de haber más quedecadencia y rutina, y sólo habrían de brillar algunas medianías. Calderón,pues, no tenía que temer competidores en sus últimos años ni en su inme-diata posteridad: reinaba solo, y al bajar al sepulcro podía decirse que sellevaba las llaves de nuestro gran teatro. Para la generación que le sigu


La literatura española; resumen de historia crítica . el camino abier-to por él, y que varios se le ade-lantaron, mejorando y perfeccio-nando su obra en algunos de susaspectos. En cambio, Calderón era el último de la serie de los grandesdramáticos del Siglo de oro; después de él no había de haber más quedecadencia y rutina, y sólo habrían de brillar algunas medianías. Calderón,pues, no tenía que temer competidores en sus últimos años ni en su inme-diata posteridad: reinaba solo, y al bajar al sepulcro podía decirse que sellevaba las llaves de nuestro gran teatro. Para la generación que le siguió.Calderón era, en cierto modo, todo el teatro del Siglo de oro. Triunfó en la centuria decimoctava el gusto neoclásico o clasico-francés, tan opuesto al fondo y a la forma de nuestra dramaturgia pueblo seguía prefiriendo los dramas de Calderón o los que de algúnmodo se le parecían; pero los críticos, representados principalmente porLuzán, veían con horror en el teatro calderoniano los absurdos históricos y. (Fot. Lacoste.)MADRID.— Estatua de Calderón de la Barca. (Obra de J. Figueras.) 372 XVI. - LOS DRAMÁTICOS DEL SIGLO DE ORO geográficos, la semejanza de los caracteres, vaciados todos en el mismotroquel, las hipérboles, los discreteos, sutilezas y metáforas, propios de laconversación en tiempos del poeta, y que éste llevó a las tablas, y, sobretodo, la falta imperdonable de no haber guardado las tres unidades (detiempo, de lugar y de acción) en que para tales críticos neoclásicos estabael quid de la poética de Aristóteles; es decir, de la única poética verdadera. Moratín, el padre, combatió rudamente a Calderón en sus Desengañosal teatro español, y de los Autos sacramentales dijo que eran sacrilegio, yque el pueblo no los oía con el espíritu cristiano que pudiera hacerlostolerables, sino con risa y chacota: censuras en que coincidieron muchos,más o menos contagiados de jansenismo, determinando asi la resol


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