La Mujer . con la compañíadramática de Burón,en la Comedia y Ri-vadavia con los exce- \lentes artistas que envariadísimos é inte-resantes espectáculosallí funcionan; porpasar el rato en elSan Martín, con latroupe de comedias yvaudevilles; en el Do-ria con Cavalli; en elCasino de la calleMaipú y hasta en elCirco Anselmi, dondetodavía va un mundode gente á ver á JuanMo~rei-ra! También hay públi-co que va á ciertosteatros por por ejemplo alde Mavo, á donde solo por eso se podría ir ó por no tener don-de ijr ó por el gusto—que los hay—de very oír lo peor que oirse y verse puede enmat


La Mujer . con la compañíadramática de Burón,en la Comedia y Ri-vadavia con los exce- \lentes artistas que envariadísimos é inte-resantes espectáculosallí funcionan; porpasar el rato en elSan Martín, con latroupe de comedias yvaudevilles; en el Do-ria con Cavalli; en elCasino de la calleMaipú y hasta en elCirco Anselmi, dondetodavía va un mundode gente á ver á JuanMo~rei-ra! También hay públi-co que va á ciertosteatros por por ejemplo alde Mavo, á donde solo por eso se podría ir ó por no tener don-de ijr ó por el gusto—que los hay—de very oír lo peor que oirse y verse puede enmateria de ¿Arte? Heregia! Cuidado que son reque-temalas las primeras partes de la compa-ñía esa. Y que nadie se lo haya dicho hastaahora! Las pobrecitas Gasperis, que hacen to-do lo que pueden, eso sí, y que tienen bo-nita figura y facultades, declaman lomismo una payesa, que una curra, y can-tan con la misma gracia un bolero queuna roinanza Y eso que tie-. nen por delante la batuta de su paisano,el eximio maestro don Fulano de Tal,que estaría mejor dirigiendo un quintetode capilla y no una zarzuela española. Asíva ello. Pues no digaaios nada de laMontUla, aquien tanto lustre se le ha venido dandoy que es hov por hoy la peor de las có-micas-cantcínt es habidas y por Habrá sido, yo no lo dudo; pero yo tam-bién tuve un sombrero que íué nuevo yme costó quince pesos y despué Lo quees ahora á la Montilla no le queda ni loque á los músicos viejos—el compás-por-qué apesar de la célebre batuta de donFulanc, la orquesta va siempre por un la-do, mientras la intermitente voz de laMontilla marcha por otro. Nada, que la señá Montilla debe reti-rarse á de invierno, si noquiere concluir por donde empezó la Kis-tori (iqué honra!): en un café chantant. Y también tenemos ahí un señor Pal-mada que se hace atmnciar en los carte-les y avisos de diarios, cada vez que hayfunción en ese teatro, como


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