. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. CAPÍTULO LVII. Últimos incidentes O fué posible ya que el príncipe siguieraguardando su incógnito, puesto que ha-bía sido descubierto. FA ventero, al saber quién era, arro-dillóse á sus pies pidiéndole gracia pa-ratodas sus inconveniencias y torpezas-Ignorante aún D. Fernando de quién era Zulima y cre-yéndola todavía un trovador, prometióle su protección enpremio al servicio que acababa de prestarle. —No puedo aceptarla, señor, y no toméis mi renunciaá desacato; pero aquí hay quien deciros podrá la


. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. CAPÍTULO LVII. Últimos incidentes O fué posible ya que el príncipe siguieraguardando su incógnito, puesto que ha-bía sido descubierto. FA ventero, al saber quién era, arro-dillóse á sus pies pidiéndole gracia pa-ratodas sus inconveniencias y torpezas-Ignorante aún D. Fernando de quién era Zulima y cre-yéndola todavía un trovador, prometióle su protección enpremio al servicio que acababa de prestarle. —No puedo aceptarla, señor, y no toméis mi renunciaá desacato; pero aquí hay quien deciros podrá las razo-nes poderosas que para ello me dirigiéndose á D. Tomás, díjole:—Que enteréis á su alteza de quién soy os ruego y decuanto de mí sabéis; yo completaré luego vuestro relatocon la narración de lo que hasta vos mismo ignorá Paredes á los deseos de la mora, refirió lo ISVBEL LA CATÓLICA 401 que sabia de la historia de Zulima, causando con ello laadmiración del príncipe y de los caballeros. Llegó en su relato hasta el momento de la extraña d


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