América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . edoradescripción de una cacerÃ-a, coronada con un victorioso toque de trompas de caza, y nodepongo á sus plantas lo menos media docena de los antedichos paquidermos. La verdad antetodo, y esta me obliga á declarar que aquel dia San Huberto no quiso mostrársenos propicio,dejando que corriéramos horas y más horas por las espesuras y los espinos, abriéndonos tro-cha con el machete, y total ¿para qué? Varias veces perdimos, volvimos á encontrar y volvimos (I) Al tafir le llaman aula en el P


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . edoradescripción de una cacerÃ-a, coronada con un victorioso toque de trompas de caza, y nodepongo á sus plantas lo menos media docena de los antedichos paquidermos. La verdad antetodo, y esta me obliga á declarar que aquel dia San Huberto no quiso mostrársenos propicio,dejando que corriéramos horas y más horas por las espesuras y los espinos, abriéndonos tro-cha con el machete, y total ¿para qué? Varias veces perdimos, volvimos á encontrar y volvimos (I) Al tafir le llaman aula en el Peni y danta en la Nueva Granada. VIAJE à LA AMÃRICA EQUINOCCIAL 585 á perder el malhadado rastro, y por fin, nos vimos en la necesidad de regresar, tal como ha-bÃ-amos ido. Digo mal, pues la fatigosa expedición terminó con una gran matanza de loros. Cuandomis compañeros se encaminaban al albergue, el indio, que iba á mi lado, sin duda porque vioque miraba con manifiesta codicia á esos vocingleros volátiles, me dijo al oido: âVenga, señor, allÃ- tiene V. el árbol de los Un laboratorio en los Llanos I Efectivamente, sobre las ramas muertas de una enorme jacarandia chillaban como unosdoce ejemplares del magnÃ-fico Ara canga, que es el mayor y el más hermoso de todos losloros americanos. Su cabeza y su pico, de un tamaño extraordinario, su cuerpo, cuya longitudexcede á veces de ochenta centÃ-metros, y la feliz combinación de colores escarlata, azul yamarillo que realza su plumaje, hacen de esta especie una presa muy codiciada y poco co-mún. Al primer disparo cayó un precioso ejemplar, y sus compañeros huyeron en rápidovuelo. Iba á marcharme, después de cobrar la pieza; pero el indio me retuvo. âAguarde V., que vuelven acá para vengar á su hermano. En efecto, no habÃ-an trascurrido dos minutos cuando reaparecieron los guacamayos enmayor número y empezaron á revolotear al


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